lunes, 18 de marzo de 2019

El Enigma de la Mente Humana

El Enigma de la Mente Humana




Conócete a ti mismo

Debido a nuestra cultura materialista y mecanicista habíamos pensado que solo los físico era real. Los avances en la ciencia se han encontrado con otras dimensiones: la conciencia, una realidad que no estaba prevista. Este magnífico libro recoge las principales y más avanzadas teorías científicas que nos revelan la fantástica relación entre cerebro, mente y conciencia y sus efectos en nuestra forma de vivir y de sentir, pues vivimos lo que pensamos. 


Autor: Esteban Sánchez Manzano
Tamaño: 14x21,5 cms
Páginas: 160
ISBN: 978-84-9700-788-7

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Prólogo 

Capítulo 1: la mente humana a debate 

1. ¿Es la mente humana una realidad? 

2. Explorando la mente y la conciencia 

3. El paso hacia una psicología científi ca de la mente


Capítulo 2: la mente a la luz de la Física moderna 

1. Una breve historia

2. Una nueva visión del mundo 

3. El poder de la conciencia sobre la materia 

4. La interconexión cósmica 

5. La objetividad subjetivizada 


Capítulo 3: cerebro, mente y conciencia 

1. El cerebro 

2. El dilema cerebro o mente 

3. El problema de la conciencia

4. ¿Permanece la conciencia en los estados inconscientes? 

5. ¿Se extienden la mente y la conciencia más allá del cerebro? 

6. Percepciones extrasensoriales 

7. Conciencia individual y consciencia cósmica

8. El principio antrópico 

9. Analogías entre mecánica cuántica y conciencia 


Capítulo 4: psicología de la mente y la conciencia 

1. A modo de introducción 

2. Creencias y actitudes 

3. Mente y emociones

4. ¿Podemos cambiar nuestras representaciones mentales?


Capítulo 5: la mente creativa

1. La creatividad 

2. Mente lógica y mente creativa 

3. Componentes de una mente creativa

4. Condiciones de una mente creativa 


Capítulo 6: mente, salud y enfermedad 

1. La mente saludable

2. La mente y la enfermedad 

3. Reacciones psicosomáticas

4. Enfermedades mentales

5. Desorganizaciones mentales neuróticas

6. Desorganizaciones mentales psicóticas 


Capítulo 7: la mente autoconsciente

1. La mente fi logenética

2. La mente ontogenética

3. La conciencia es lo más sublime de la mente humana


Referencias y notas bibliográficas



Prologo

El avance de la ciencia y la tecnología en los últimos cien años ha sido más grande que en toda la historia de la humanidad. Las comunicaciones han hecho que el mundo se quede pequeño y que la globalización sea una realidad. Por otro lado, la esperanza de vida de la población en los países desarrollados jamás llegó a tener cuotas tan altas, ello debido al desarrollo de la medicina y a un mayor bienestar material de la población. Pero este bienestar material no ha corrido paralelo a un bienestar mental. Precisamente, las poblaciones con un nivel material más elevado son las que padecen con mayor intensidad trastornos mentales. Los trastornos mentales han ido en aumento en las sociedades desarrolladas, en las que, especialmente la depresión, se ha apoderado de millones de personas. Se prevé que la depresión será la causa más importante de incapacidad en un futuro próximo. Al parecer existe una progresión a la inversa entre el desarrollo material y el desarrollo mental saludable en las sociedades modernas. Cabe pensar que, en la medida que aumenta el bienestar material, decrece la salud mental. A medida que el hombre concentra su energía en el exterior, el interior queda vacío y en un estado de degradación. Es necesario centrar esfuerzos para el estudio de la mente autoconsciente. Se precisan nuevos modelos para su investigación, sin caer en la reducción materialista de los dos últimos siglos. Los métodos utilizados en la ciencia hasta el momento, útiles en un sentido, son ineficaces para abordar el mundo de la mente autoconsciente. Este libro pretende dar nuevas respuestas al enigmático poder de la mente humana a la luz de las aportaciones de la ciencia moderna. En él he pretendido restablecer la dignidad de la que se había despojado a la mente autoconsciente, reduciendo ésta sólo a la actividad de un conjunto de redes neuronales. ¡Se ha rebajado tanto al ser humano que se le ha convertido en un animal más! Sin embargo, lo especialmente importante en el ser humano es la mente autoconsciente, mediante la cual uno puede conocerse y conocer el mundo que le rodea. El gnóthi seautón de Sócrates, fundamento de toda su filosofía, puede traducirse como "conócete a ti mismo". Esta frase socrática la he tomado como subtítulo del libro. La mente autoconsciente es un misterio por resolver pero, en parte, la mente puede ser investigada y conocida si tenemos conocimiento de lo que somos.

La física cuántica, la física que investiga las partículas materiales, se encontró con algo desconocido al estudiar la materia: la mente autoconsciente. Ella es fundamental para poder entender y crear el mundo físico. 

Las diferentes afirmaciones que hago en este libro han sido el fruto de una larga reflexión y todas ellas están avaladas por estudios científicos serios en los que se fundamentan mis argumentos.

El libro está dividido en siete capítulos. El primero de ellos hace referencia a la mente y a la conciencia como auténticas realidades. El segundo capítulo está dedicado a exponer la relación de la mente autoconsciente con la física, después de los avances de la física cuántica. Una de las cuestiones más debatidas en este sentido ha sido la relación del cerebro con la mente y la conciencia, esto queda expuesto en el tercero de los capítulos. El cuarto capítulo está centrado en la importancia de las creencias, las actitudes y las emociones en nuestra vida cotidiana. La creatividad es la capacidad más sublime de la mente humana y a ella se dedica el quinto capítulo. También, al hablar de la mente, no podía dejar de abordar la importancia de ésta en la salud física y psíquica o en la enfermedad. Ello se expone en el capítulo sexto. Por fin, en el último de los capítulos se trata el tema de la conciencia humana, su importancia primordial y su aparición filogenética y ontogenética.

He preferido que las referencias bibliográficas y las notas explicativas vayan al final del libro, mejor que al pie de cada página. Ello hace que el texto pueda leerse de manera fluida, evitando la distracción que supone el estar mirando, de continuo, las numerosas referencias y notas. No obstante, los lectores que lo prefieran pueden revisar la bibliografía y las páginas de donde se han extraído los textos, y leer las notas aclaratorias referentes a algunos párrafos.

Esteban Sánchez Manzano

Madrid, 2014


CAPÍTULO UNO

La mente humana a debate

"El universo comienza a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina".

Sir James Jeans

La mente humana pertenece a uno de los misterios no resueltos. Es más, pienso que es el misterio primordial más auténticamente humano que escapa a cualquier modo de definición o catalogación hecha por la ciencia.


Se ha intentado analizar la mente humana desde muchos puntos de vista. Filósofos, teólogos, místicos, psicólogos, biólogos y muchos otros han dado respuestas diferentes, a veces contradictorias, ante la pregunta fundamental: ¿qué es la mente humana? Muy a menudo, las respuestas que se dan ante las cuestiones planteadas derivan de actitudes y creencias iniciales que perciben las cosas de una forma particular. No describimos las cosas tal cual son, sino que hacemos una descripción interpretativa de las cosas. Esto último aparece bien reflejado en un pintor creativo, no en un copista o un imitador. El pintor auténticamente creativo refleja en sus cuadros no el mundo tal cual es –algo, por otra parte, imposible de conocer–, sino la forma que tiene su mente de interpretar el mundo. En el año 1822 el francés Joseph Nicèphore Niépce (1765-1833) inventó la fotografía, aunque los orígenes de la cámara oscura son muy anteriores, y muchos pensaron que los pintores de retratos y cuadros debían darse de baja, ya que la fotografía presentaba con gran precisión la realidad. Sin embargo, muy pronto pudo comprobarse que los fotógrafos y los pintores creativos podían coexistir. La maravillosa máquina fotográfica, hábilmente manejada por un buen fotógrafo, tiene como finalidad reflejar la realidad física, punto a punto, tal como aparece ante nuestros ojos; por el contrario, el cuadro hecho por un pintor creativo refleja más bien las vivencias mentales del pintor a partir de los fenómenos observados. Se cuenta que el gran genio Leonardo da Vinci (1452-1519) aconsejaba a sus discípulos que observaran con detenimiento las nubes del cielo, las humedades de las paredes o las manchas dejadas por un huevo roto y de éstas, y otras figuras formadas de manera fortuita por la naturaleza, imaginaran caballos, rostros humanos, monstruos y muchas otras imágenes en sus mentes para después ser pintadas en

los cuadros. De esta forma, cualquier producción artística –y también científica– no es más que una proyección de la mente humana, capaz de adaptarse con mayor o menor fortuna a la realidad de la naturaleza.

Hacer una descripción acertada de la mente humana resulta altamente arriesgado, pues en cualquiera de las definiciones el inconveniente más importante es el de incluir en la misma una minúscula parte de lo que es en la realidad. Pero definir la mente humana comporta, además, describir una realidad no objetiva, en cuanto que no puede ser analizada físicamente. A pesar de ésta y otras dificultades considero que el riesgo siempre ayudará a una mayor comprensión y a una experiencia más profunda y provechosa. Describir algunas de las características más importantes de la mente humana nos proporcionará una mejor comprensión de la misma.



1. ¿Es la mente humana una realidad?

En primer lugar, la mente humana es una realidad como lo es el Sol que aparece todas las mañanas por el horizonte o el libro que tienes en tus manos. Es más, si no tuvieras mente no podrías representarte el Sol, ni tampoco correrían de un lugar a otro las imágenes que provocan en ti la lectura de estas páginas. La mente humana no sólo es real, sino que es la realidad primordial. Pero es una realidad a la que sólo tienes acceso directo tú. Cada uno de nosotros y sólo nosotros, podemos experimentar directamente los procesos mentales dentro de nosotros mismos. Eso no impide que podamos analizar y comprender las características de la mente humana comunes a todos, de una forma indirecta. La mayor parte de la ciencia actual se hace de forma indirecta. Nadie ha estado en el Sol para comprobar su composición, pero sabemos que está compuesto de hidrógeno, al poder analizar sus líneas espectrales. Esto mismo podemos decir de los agujeros negros o de las partículas en física. Como ha dicho el físico Michio Kaku:

Se necesitaron dos mil años para demostrar la existencia de los átomos después de que fueran propuestos inicialmente por Demócrito (…). Hoy tenemos bellas fotografías de átomos. El propio Pauli introdujo el concepto de neutrino en 1930, una partícula tan escurridiza que puede atravesar un bloque de plomo del tamaño de todo un sistema estelar sin ser absorbida (…). Era imposible detectar el neutrino, y durante varias décadas se consideró poco más que ciencia ficción. Pero hoy podemos producir haces de neutrinos1.


La mente humana no es una ficción, sino una realidad. Es una generalización de las representaciones que tenemos del mundo que nos rodea y de nosotros mismos. La mente humana es subjetiva y objetiva a la vez. Es subjetiva al conectar básicamente con el interior de la propia persona –al menos lo que conocemos hoy, aunque esta afirmación tan rotunda pudiera ponerse en duda–; es objetiva, pues en gran medida ha sido formada por la cultura e interviene en la naturaleza para realizar cambios que, de otro modo, no se hubieran producido. Además, la mente humana está sometida al espacio y al tiempo como cualquier objeto conocido. Ninguna representación mental aflora en nosotros en el vacío: sin espacio ni tiempo. Algunos meditadores orientales y místicos han intentado escapar al espacio y al tiempo en la búsqueda de la nada, del vacío. Algo que no se ha podido comprobar. De momento, podemos afirmar que cada uno de nosotros tiene experiencia directa de su propia mente, como algo real, y que la mente no escapa a la realidad espacio/temporal.


En segundo lugar, podemos considerar la mente humana como energía. El término energía procede del griego energós que tiene el significado de fuerza. Este término se ha hecho común en muchas disciplinas: en la física, la química, la biología, la geología, la tecnología, la psicología, la economía... El aspecto fundamental de la energía es que la cantidad total de energía permanece constante, aunque cambie la forma de la misma. La conservación de la energía es la primera ley de la termodinámica. Pero, ¿qué es la energía? Puede definirse bajo diferentes formas; por ejemplo: los físicos hablan de la energía del movimiento o cinética, de la energía nuclear o de la energía potencial, entre ellas. Pero, ¿existe una energía mental similar a la energía física? En palabras de los físicos estadounidenses Bruce Rosenblum y Fred Kutter:

Los físicos no pueden reclamar la patente del término "energía". Ya se usaba mucho antes de que se introdujera en la física a principios del siglo XIX. Si la presunta energía psíquica pudiera convertirse en una energía manejable por los físicos, sería una forma de energía de la que hemos estado hablando. Por supuesto, no hay prueba alguna aceptada de ello2. La pregunta anterior sigue sin responderse, ya que la energía psíquica no parece que sea semejante a la física, pues no hay prueba alguna de ello. Quizá la energía mental sea algo bastante diferente y debamos crear un modelo científico singular para aproximarnos a ella.


En tercer lugar, dicha energía mental realiza planes y diseña producciones físicas. A las diferentes producciones mentales tenemos acceso directo. Mediante dichas producciones podemos inferir, sólo en parte, cómo se organizaron las representaciones en la mente. El método introspeccionista pretende conocer qué pasa en la mente de la persona cuando está realizando alguna acción. Es la propia persona la que va indicando el desarrollo del proceso mediante la palabra. Hoy hemos llegado a tener aproximaciones bastante convincentes de la forma de gestación de los pensamientos mediante el método introspeccionista. Por ejemplo, se puede preguntar:"¿qué pasos siguió usted para la producción de esta obra artística? Haga una breve descripción". Y el artista da una secuencia de los pasos seguidos hasta llegar a la producción definitiva. Mediante esta técnica hemos podido conocer los procesos seguidos por los genios en la producción creativa. También se emplea el método de autoobservación, que es la clave de un conjunto de técnicas para conocer la personalidad. La mente es el fundamento de todas las realizaciones humanas, sean éstas positivas o negativas. Merced a ella podemos diseñar la puesta en marcha de un grupo solidario para combatir la pobreza o, por el contrario, hacer el diseño de un plan destructivo que engendre el terror entre nuestros semejantes. ¡La mente puede y debe ser educada para el bien!


En cuarto lugar, la mente humana tiene la mayor flexibilidad del universo para combinar representaciones. Podemos relacionar y combinar las imágenes mentales de múltiples formas

y organizar dichas imágenes en los sistemas más variados (al hablar de imágenes mentales no sólo hago referencia a las imágenes que tienen estrecha relación con lo visual, sino a todo tipo

de imagen, como son las auditivas, táctiles, olfativas, abstractas, extáticas, etcétera.). Poco tiene que ver una máquina, por ejemplo un ordenador, con la riqueza y variedad, casi infinita,

de nuestra mente para crear nuevas imágenes a partir de otras. El filósofo latino Lucrecio Caro (siglo I a.C.), en su poema De Rerum Natura escribió:

No es de un ser vivo, que nace, la imagen del centauro, ya que criaturas así nunca han existido; pero sí, en alguna ocasión, la imagen del caballo con la humana se junta...


Y es la mente humana quien ha creado una nueva imagen y una nueva criatura legendaria.


Como se verá más adelante, al hablar de la mente creativa, la flexibilidad mental es una de las peculiaridades del talento que poseemos. La mente no es un archivador, que mantiene los datos recibidos tal cual son; sino que, a partir de los datos recibidos, recrea una nueva composición, a veces semejante, a veces disimilar a lo recibido. No obstante, las imágenes mentales, denominadas de la memoria, pueden ser distorsionadas por otras imágenes o recuerdos semejantes, haciendo creer algo que no es exactamente como es en la realidad. La flexibilidad mental hace que, en ocasiones, las imágenes mentales percibidas se cambien por otras más adaptadas a nuestras emociones, especialmente cuando los niveles de conciencia han disminuido. Esto último ha abierto un arduo debate en algunos foros jurídicos sobre la certeza de la confesión de los testigos en los juicios; particularmente cuando de ello depende la culpabilidad o la inocencia del reo. La psicología jurídica ha comprobado que los prejuicios pueden llegar a alterar las imágenes de los testigos, hasta el punto de estar convencidos de que algo ocurrió cuando en realidad es sólo fruto de sus representaciones mentales.


Por último, la mente humana es diferente al propio cerebro. Hay un salto cualitativo, por ejemplo, entre una determinada imagen emocional y los procesos bioquímicos que se generan en el cerebro, causados por dicha imagen. La mayoría de los neuropsicólogos piensa que la mente es un epifenómeno del cerebro. Dicho de otra forma: que un sistema complejo, como

es la mente, puede explicarse o reducirse a sus partes más simples. Estos neuropsicólogos están convencidos que, una vez que se comprendan los correlatos electroquímicos nerviosos de la mente, nada más quedará por explicar. Tal postura reduccionista y cerrada me trae a la memoria la posición de algunos grandes físicos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En un comentario al respecto hecho por el físico Allan Wallace explicaba que:

A la altura de 1900 la mayoría de los físicos creían que la completa comprensión del universo se hallaba a la vuelta de la esquina, quizás en pocas décadas. En palabras del extraordinariamente confiado lord Kelvin:

"en física no hay ya nada nuevo que descubrir (...). Todos los grandes descubrimientos se habían realizado ya" (…). Sin embargo, la física clásica estaba a punto de derrumbarse (…). Excesivamente confiada y aferrada a un punto de vista dogmático, la ciencia iba a tambalearse pronto debido a un pequeño detalle: el átomo3.


La mente humana no es sólo cuantitativamente diferente al cerebro, sino también lo es cualitativamente y, por tanto, no es reductible al cerebro y no se identifica con él. Dos estados

cualitativos no son comparables uno con el otro, simplemente son entidades diferentes. El agua sigue siendo líquida, aún bajo diferentes grados de temperatura; pero esto sólo ocurre hasta un nivel de grados. Cuando la temperatura llega a los cero grados centígrados, se da en el agua un salto cualitativo y el líquido se convierte en sólido. Del mismo modo, cuando la temperatura sobrepasa los cien grados centígrados el agua líquida se convierte en gas, otro estado cualitativamente diferente. El hielo y el gas tienen características propias que no pueden ser reducidas sólo a las moléculas anteriores. En el caso del agua podemos manipular la temperatura, ya que es un elemento físico; en el caso de la mente, no.


Está claro que en la naturaleza se dan esos saltos cualitativos en todos los órdenes. Hay unos procesos cuantitativos de desarrollo eminentemente sutiles que, al llegar a un límite (que llamaré "límite de cualificación") avanzan hacia un estado cualitativamente diferenciado del estado anterior. Por ejemplo, cada una de las células de nuestro cuerpo contiene en su núcleo dos copias de una molécula llamada ácido dexosirribonucléico (ADN), que está contenido en veintitrés pares de cromosomas. Una copia del ADN llega del padre y la otra de la madre, fusionándose en la unión del óvulo y el espermatozoide. A su vez, esta molécula está diferenciada en segmentos de función llamados genes. Al conjunto de estos genes se les denomina genoma. El ADN es una molécula sin vida. ¿Cómo se produce el salto cualitativo de la no vida a la vida? Es evidente que la vida no surge sólo con el ADN, pues la vida es algo muy diferente a una molécula muerta. La vida, que incluye también el ADN, se convierte en un estado muy complejo, de características cualitativamente superiores, no reductible en modo alguno al estado anterior.

La descripción más exacta de la función del ADN es la que dice que éste contiene información que es leída por la maquinaria de la célula en el proceso productivo (...). Para hacer un organismo vivo hace falta algo más que el ADN (...). Las fuerzas externas, eso que normalmente imaginamos como "ambiente", son en parte consecuencia de las actividades del organismo mismo, en cuanto que éste produce y consume las condiciones de su propia existencia. Los organismos no encuentran el mundo en el que se desarrollan. Lo hacen. Las fuerzas internas, por su parte, no son autómatas, sino que actúan en respuesta a las externas. Parte de la maquinaria química interior de una célula sólo es fabricada cuando las condiciones exteriores lo exigen4.


Estas palabras del biólogo y profesor de la Universidad de Harvard, Richard Lewontín, me recuerdan la importancia que, en la actualidad, tiene el concepto de campo en la física. El concepto de campo de fuerza tiene su origen en el siglo XIX con el científico británico Michael Faraday (1791-1867). Según este concepto, el espacio está lleno de fuerzas que pueden mover

objetos. Estos campos de fuerza fueron considerados por muchos físicos como pasatiempos inútiles. Sin embargo, esos pasatiempos inútiles son hoy los referentes más importantes en los que se fundamenta la física cuántica.

En la actualidad el campo es el concepto fundamental y último de la física, porque la física cuántica nos dice que las partículas (los objetos materiales) no son sino manifestaciones de campos (…). De hecho, en el mundo cuántico un campo debe generar partículas. La física cuántica dice que la energía de un campo no puede cambiar suavemente, de forma continua, de un lugar a otro, como pretendía la descripción clásica de campo. La energía se presenta en fracciones discretas, o cuantos, y todos los campos de materia deben tener sus propios cuantos, cada uno con su cantidad discreta de energía o masa. Las partículas son trozos energéticos del campo, confinados a una cierta región por el principio de incertidumbre (…). En el Universo no existe nada más que campos cuánticos5.


¿Están convencidos los biólogos y los psicólogos que lo interior y lo exterior, el organismo y el ambiente tienen una relación tan íntima, hasta el punto que uno no puede darse sin el otro?

Quizás ambas cosas sean las dos caras de una misma moneda. Para la física cuántica el campo es el concepto fundamental y los objetos no son sino manifestaciones de los campos.


Esto lleva a suponer que la mente no se limita sólo al espacio cerebral, sino que tiene un espacio de expansión bastante más amplio del que en principio suponíamos.
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