El Enigma de la Mente Humana
Conócete a ti mismo
Debido a nuestra cultura materialista y mecanicista habíamos pensado que solo los físico era real. Los avances en la ciencia se han encontrado con otras dimensiones: la conciencia, una realidad que no estaba prevista. Este magnífico libro recoge las principales y más avanzadas teorías científicas que nos revelan la fantástica relación entre cerebro, mente y conciencia y sus efectos en nuestra forma de vivir y de sentir, pues vivimos lo que pensamos.
Autor: Esteban Sánchez Manzano
Tamaño: 14x21,5 cms
Páginas: 160
ISBN: 978-84-9700-788-7
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Prólogo
Capítulo 1:
la mente humana a debate
1. ¿Es la
mente humana una realidad?
2.
Explorando la mente y la conciencia
3. El paso
hacia una psicología científi ca de la mente
Capítulo 2:
la mente a la luz de la Física moderna
1. Una breve
historia
2. Una nueva
visión del mundo
3. El poder
de la conciencia sobre la materia
4. La
interconexión cósmica
5. La
objetividad subjetivizada
Capítulo 3:
cerebro, mente y conciencia
1. El
cerebro
2. El dilema
cerebro o mente
3. El
problema de la
conciencia
4.
¿Permanece la conciencia en los estados inconscientes?
5. ¿Se
extienden la mente y la conciencia más allá del cerebro?
6.
Percepciones extrasensoriales
7.
Conciencia individual y consciencia
cósmica
8. El
principio antrópico
9. Analogías
entre mecánica cuántica y conciencia
Capítulo 4:
psicología de la mente y la conciencia
1. A modo de
introducción
2. Creencias
y actitudes
3. Mente y
emociones
4. ¿Podemos
cambiar nuestras representaciones mentales?
Capítulo 5:
la mente creativa
1. La
creatividad
2. Mente
lógica y mente creativa
3.
Componentes de una mente creativa
4.
Condiciones de una mente creativa
Capítulo 6:
mente, salud y enfermedad
1. La mente
saludable
2. La mente
y la enfermedad
3.
Reacciones psicosomáticas
4.
Enfermedades mentales
5.
Desorganizaciones mentales neuróticas
6.
Desorganizaciones mentales psicóticas
Capítulo 7:
la mente autoconsciente
1. La mente
fi logenética
2. La mente
ontogenética
3. La
conciencia es lo más sublime de la mente humana
Referencias
y notas bibliográficas
Prologo
El avance de
la ciencia y la tecnología en los últimos cien años ha sido más grande que en
toda la historia de la humanidad. Las comunicaciones han hecho que el mundo se
quede pequeño y que la globalización sea una realidad. Por otro lado, la
esperanza de vida de la población en los países desarrollados jamás llegó a
tener cuotas tan altas, ello debido al desarrollo de la medicina y a un mayor
bienestar material de la población. Pero este bienestar material no ha corrido
paralelo a un bienestar mental. Precisamente, las poblaciones con un nivel
material más elevado son las que padecen con mayor intensidad trastornos
mentales. Los trastornos mentales han ido en aumento en las sociedades
desarrolladas, en las que, especialmente la depresión, se ha apoderado de millones
de personas. Se prevé que la depresión será la causa más importante de
incapacidad en un futuro próximo. Al parecer existe una progresión a la inversa
entre el desarrollo material y el desarrollo mental saludable en las sociedades
modernas. Cabe pensar que, en la medida que aumenta el bienestar material, decrece
la salud mental. A medida que el hombre concentra su energía en el exterior, el
interior queda vacío y en un estado de degradación. Es necesario centrar esfuerzos
para el estudio de la mente autoconsciente. Se precisan nuevos modelos para su
investigación, sin caer en la reducción materialista de los dos últimos siglos.
Los métodos utilizados en la ciencia hasta el momento, útiles en un sentido,
son ineficaces para abordar el mundo de la mente autoconsciente. Este libro
pretende dar nuevas respuestas al enigmático poder de la mente humana a la luz
de las aportaciones de la ciencia moderna. En él he pretendido restablecer la
dignidad de la que se había despojado a la mente autoconsciente, reduciendo
ésta sólo a la actividad de un conjunto de redes neuronales. ¡Se ha rebajado
tanto al ser humano que se le ha convertido en un animal más! Sin embargo, lo
especialmente importante en el ser humano es la mente autoconsciente, mediante
la cual uno puede conocerse y conocer el mundo que le rodea. El gnóthi seautón de
Sócrates, fundamento de toda su filosofía, puede traducirse como "conócete
a ti mismo". Esta frase socrática la he tomado como subtítulo del libro.
La mente autoconsciente es un misterio por resolver pero, en parte, la mente
puede ser investigada y conocida si tenemos conocimiento de lo que somos.
La física
cuántica, la física que investiga las partículas materiales, se encontró con
algo desconocido al estudiar la materia: la mente autoconsciente. Ella es
fundamental para poder entender y crear el mundo físico.
Las
diferentes afirmaciones que hago en este libro han sido el fruto de una larga
reflexión y todas ellas están avaladas por estudios científicos serios en los
que se fundamentan mis argumentos.
El libro
está dividido en siete capítulos. El primero de ellos hace referencia a la
mente y a la conciencia como auténticas realidades. El segundo capítulo está
dedicado a exponer la relación de la mente autoconsciente con la física,
después de los avances de la física cuántica. Una de las cuestiones más debatidas
en este sentido ha sido la relación del cerebro con la mente y la conciencia,
esto queda expuesto en el tercero de los capítulos. El cuarto capítulo está
centrado en la importancia de las creencias, las actitudes y las emociones en
nuestra vida cotidiana. La creatividad es la capacidad más sublime de la mente humana
y a ella se dedica el quinto capítulo. También, al hablar de la mente, no podía
dejar de abordar la importancia de ésta en la salud física y psíquica o en la
enfermedad. Ello se expone en el capítulo sexto. Por fin, en el último de los
capítulos se trata el tema de la conciencia humana, su importancia primordial y
su aparición filogenética y ontogenética.
He preferido
que las referencias bibliográficas y las notas explicativas vayan al final del
libro, mejor que al pie de cada página. Ello hace que el texto pueda leerse de
manera fluida, evitando la distracción que supone el estar mirando, de continuo,
las numerosas referencias y notas. No obstante, los lectores que lo prefieran
pueden revisar la bibliografía y las páginas de donde se han extraído los
textos, y leer las notas aclaratorias referentes a algunos párrafos.
Esteban Sánchez Manzano
Madrid, 2014
CAPÍTULO UNO
La mente
humana a debate
"El
universo comienza a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran
máquina".
Sir James Jeans
La mente
humana pertenece a uno de los misterios no resueltos. Es más, pienso que es el
misterio primordial más auténticamente humano que escapa a cualquier modo de
definición o catalogación hecha por la ciencia.
Se ha
intentado analizar la mente humana desde muchos puntos de vista. Filósofos,
teólogos, místicos, psicólogos, biólogos y muchos otros han dado respuestas
diferentes, a veces contradictorias, ante la pregunta fundamental: ¿qué es la
mente humana? Muy a menudo, las respuestas que se dan ante las cuestiones
planteadas derivan de actitudes y creencias iniciales que perciben las cosas de
una forma particular. No describimos las cosas tal cual son, sino que hacemos
una descripción interpretativa de las cosas. Esto último aparece bien reflejado
en un pintor creativo, no en un copista o un imitador. El pintor auténticamente
creativo refleja en sus cuadros no el mundo tal cual es –algo, por otra parte,
imposible de conocer–, sino la forma que tiene su mente de interpretar el
mundo. En el año 1822 el francés Joseph Nicèphore Niépce (1765-1833) inventó la
fotografía, aunque los orígenes de la cámara oscura son muy anteriores, y
muchos pensaron que los pintores de retratos y cuadros debían darse de baja, ya
que la fotografía presentaba con gran precisión la realidad. Sin embargo, muy
pronto pudo comprobarse que los fotógrafos y los pintores creativos podían coexistir.
La maravillosa máquina fotográfica, hábilmente manejada por un buen fotógrafo,
tiene como finalidad reflejar la realidad física, punto a punto, tal como
aparece ante nuestros ojos; por el contrario, el cuadro hecho por un pintor
creativo refleja más bien las vivencias mentales del pintor a partir de los fenómenos
observados. Se cuenta que el gran genio Leonardo da Vinci (1452-1519)
aconsejaba a sus discípulos que observaran con detenimiento las nubes del
cielo, las humedades de las paredes o las manchas dejadas por un huevo roto y
de éstas, y otras figuras formadas de manera fortuita por la naturaleza, imaginaran
caballos, rostros humanos, monstruos y muchas otras imágenes en sus mentes para
después ser pintadas en
los cuadros.
De esta forma, cualquier producción artística –y también científica– no es más
que una proyección de la mente humana, capaz de adaptarse con mayor o menor fortuna
a la realidad de la naturaleza.
Hacer una
descripción acertada de la mente humana resulta altamente arriesgado, pues en
cualquiera de las definiciones el inconveniente más importante es el de incluir
en la misma una minúscula parte de lo que es en la realidad. Pero definir la mente
humana comporta, además, describir una realidad no objetiva, en cuanto que no
puede ser analizada físicamente. A pesar de ésta y otras dificultades considero
que el riesgo siempre ayudará a una mayor comprensión y a una experiencia más profunda
y provechosa. Describir algunas de las características más importantes de la
mente humana nos proporcionará una mejor comprensión de la misma.
1. ¿Es la
mente humana una realidad?
En primer
lugar, la mente humana es una realidad como lo es el Sol que aparece todas las
mañanas por el horizonte o el libro que tienes en tus manos. Es más, si no
tuvieras mente no podrías representarte el Sol, ni tampoco correrían de un
lugar a otro las imágenes que provocan en ti la lectura de estas páginas. La
mente humana no sólo es real, sino que es la realidad primordial. Pero es una
realidad a la que sólo tienes acceso directo tú. Cada uno de nosotros y sólo
nosotros, podemos experimentar directamente los procesos mentales dentro de
nosotros mismos. Eso no impide que podamos analizar y comprender las características
de la mente humana comunes a todos, de una forma indirecta. La mayor parte de
la ciencia actual se hace de forma indirecta. Nadie ha estado en el Sol para
comprobar su composición, pero sabemos que está compuesto de hidrógeno, al
poder analizar sus líneas espectrales. Esto mismo podemos decir de los agujeros
negros o de las partículas en física. Como ha dicho el físico Michio Kaku:
Se necesitaron dos mil años para demostrar
la existencia de los átomos después de que fueran propuestos
inicialmente por Demócrito (…). Hoy tenemos bellas fotografías de átomos. El
propio Pauli introdujo el concepto de neutrino en 1930, una partícula tan escurridiza
que puede atravesar un bloque de plomo del tamaño de todo un
sistema estelar sin ser absorbida (…). Era imposible detectar el neutrino, y
durante varias décadas se consideró poco más que ciencia ficción. Pero hoy
podemos producir haces de neutrinos1.
La mente
humana no es una ficción, sino una realidad. Es una generalización de las representaciones
que tenemos del mundo que nos rodea y de nosotros mismos. La mente humana es
subjetiva y objetiva a la vez. Es subjetiva al conectar básicamente con el
interior de la propia persona –al menos lo que conocemos hoy, aunque esta
afirmación tan rotunda pudiera ponerse en duda–; es objetiva, pues en gran
medida ha sido formada por la cultura e interviene en la naturaleza para
realizar cambios que, de otro modo, no se hubieran producido. Además, la mente
humana está sometida al espacio y al tiempo como cualquier objeto conocido.
Ninguna representación mental aflora en nosotros en el vacío: sin espacio ni
tiempo. Algunos meditadores orientales y místicos han intentado escapar al
espacio y al tiempo en la búsqueda de la nada, del vacío. Algo que no se ha
podido comprobar. De momento, podemos afirmar que cada uno de nosotros tiene
experiencia directa de su propia mente, como algo real, y que la mente no escapa
a la realidad espacio/temporal.
En segundo
lugar, podemos considerar la mente humana como energía. El término energía procede
del griego energós que tiene el significado de fuerza. Este término se ha hecho
común en muchas disciplinas: en la física, la química, la biología, la
geología, la tecnología, la psicología, la economía... El aspecto fundamental
de la energía es que la cantidad total de energía permanece constante, aunque
cambie la forma de la misma. La conservación de la energía es la primera ley de
la termodinámica. Pero, ¿qué es la energía? Puede definirse bajo diferentes
formas; por ejemplo: los físicos hablan de la energía del movimiento o
cinética, de la energía nuclear o de la energía potencial, entre ellas. Pero,
¿existe una energía mental similar a la energía física? En palabras de los
físicos estadounidenses Bruce Rosenblum y Fred Kutter:
Los físicos no pueden reclamar la patente
del término "energía". Ya se usaba mucho antes de que se introdujera
en la física a principios del siglo XIX. Si la presunta energía psíquica
pudiera convertirse en una energía manejable por los físicos, sería una forma
de energía de la que hemos estado hablando. Por supuesto, no hay prueba alguna
aceptada de ello2. La pregunta anterior sigue sin responderse, ya que la
energía psíquica no parece que sea semejante a la física, pues no hay prueba
alguna de ello. Quizá la energía mental sea algo bastante diferente y debamos
crear un modelo científico singular para aproximarnos a ella.
En tercer
lugar, dicha energía mental realiza planes y diseña producciones físicas. A las
diferentes producciones mentales tenemos acceso directo. Mediante dichas
producciones podemos inferir, sólo en parte, cómo se organizaron las
representaciones en la mente. El método introspeccionista pretende conocer qué
pasa en la mente de la persona cuando está realizando alguna acción. Es la propia persona la que va indicando el desarrollo del proceso mediante la
palabra. Hoy hemos llegado a tener aproximaciones bastante convincentes de la forma
de gestación de los pensamientos mediante el método introspeccionista. Por
ejemplo, se puede preguntar:"¿qué pasos siguió usted para la producción
de esta obra artística? Haga una
breve descripción". Y el artista da una secuencia de los pasos seguidos
hasta llegar a la producción definitiva. Mediante esta técnica hemos podido
conocer los procesos seguidos por los
genios en la producción creativa. También se emplea el método de
autoobservación, que es la clave de un conjunto de técnicas para conocer la
personalidad. La mente es
el fundamento de todas las realizaciones humanas, sean éstas positivas o
negativas. Merced a ella podemos diseñar la puesta en marcha de un grupo
solidario para combatir la pobreza o, por el contrario, hacer el diseño de un
plan destructivo que engendre el terror entre nuestros semejantes. ¡La mente
puede y debe ser educada para el bien!
En cuarto
lugar, la mente humana tiene la mayor flexibilidad del universo para combinar representaciones. Podemos relacionar y combinar las imágenes mentales de
múltiples formas
y organizar
dichas imágenes en los sistemas más variados (al hablar de imágenes mentales no
sólo hago referencia a las imágenes que tienen estrecha relación con lo visual,
sino a todo tipo
de imagen,
como son las auditivas, táctiles, olfativas, abstractas, extáticas, etcétera.).
Poco tiene que ver una máquina, por ejemplo un ordenador, con la riqueza y
variedad, casi infinita,
de nuestra
mente para crear nuevas imágenes a partir de otras. El filósofo latino Lucrecio
Caro (siglo I a.C.), en su poema De Rerum Natura escribió:
No es de un ser vivo, que nace, la imagen
del centauro, ya que criaturas así nunca han existido; pero sí, en alguna
ocasión, la imagen del caballo con la humana se junta...
Y es la
mente humana quien ha creado una nueva imagen y una nueva criatura legendaria.
Como se verá
más adelante, al hablar de la mente creativa, la flexibilidad mental es una de
las peculiaridades del talento que poseemos. La mente no es un archivador, que
mantiene los datos recibidos tal cual son; sino que, a partir de los datos recibidos,
recrea una nueva composición, a veces semejante, a veces disimilar a lo
recibido. No obstante, las imágenes mentales, denominadas de la memoria, pueden
ser distorsionadas por otras imágenes o recuerdos semejantes, haciendo creer
algo que no es exactamente como es en la realidad. La flexibilidad mental hace
que, en ocasiones, las imágenes mentales percibidas se cambien por otras más
adaptadas a nuestras emociones, especialmente cuando los niveles de conciencia
han disminuido. Esto último ha abierto un arduo debate en algunos foros
jurídicos sobre la certeza de la confesión de los testigos en los juicios; particularmente
cuando de ello depende la culpabilidad o la inocencia del reo. La psicología
jurídica ha comprobado que los prejuicios pueden llegar a alterar las imágenes
de los testigos, hasta el punto de estar convencidos de que algo ocurrió cuando
en realidad es sólo fruto de sus representaciones mentales.
Por último,
la mente humana es diferente al propio cerebro. Hay un salto cualitativo, por
ejemplo, entre una determinada imagen emocional y los procesos bioquímicos que
se generan en el cerebro, causados por dicha imagen. La mayoría de los neuropsicólogos
piensa que la mente es un epifenómeno del cerebro. Dicho de otra forma: que un
sistema complejo, como
es la mente,
puede explicarse o reducirse a sus partes más simples. Estos neuropsicólogos
están convencidos que, una vez que se comprendan los correlatos electroquímicos
nerviosos de la mente, nada más quedará por explicar. Tal postura reduccionista
y cerrada me trae a la memoria la posición de algunos grandes físicos de
finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En un comentario al respecto
hecho por el físico Allan Wallace explicaba que:
A la altura de 1900 la mayoría de los
físicos creían que la completa comprensión del universo se hallaba a la vuelta
de la esquina, quizás en pocas décadas. En palabras del extraordinariamente
confiado lord Kelvin:
"en física no hay ya nada nuevo que
descubrir (...). Todos los grandes descubrimientos se habían realizado ya"
(…). Sin embargo, la física clásica estaba a punto de derrumbarse (…). Excesivamente
confiada y aferrada a un punto de vista dogmático, la ciencia iba a tambalearse
pronto debido a un pequeño detalle: el átomo3.
La mente
humana no es sólo cuantitativamente diferente al cerebro, sino también lo es
cualitativamente y, por tanto, no es reductible al cerebro y no se identifica
con él. Dos estados
cualitativos
no son comparables uno con el otro, simplemente son entidades diferentes. El agua
sigue siendo líquida, aún bajo diferentes grados de temperatura; pero esto sólo
ocurre hasta un nivel de grados. Cuando la temperatura llega a los cero grados
centígrados, se da en el agua un salto cualitativo y el líquido se convierte en
sólido. Del mismo modo, cuando la temperatura sobrepasa los cien grados
centígrados el agua líquida se convierte en gas, otro estado cualitativamente diferente.
El hielo y el gas tienen características propias que no pueden ser reducidas
sólo a las moléculas anteriores. En el caso del agua podemos manipular la
temperatura, ya que es un elemento físico; en el caso de la mente, no.
Está claro
que en la naturaleza se dan esos saltos cualitativos en todos los órdenes. Hay
unos procesos cuantitativos de desarrollo eminentemente sutiles que, al llegar
a un límite (que llamaré "límite de cualificación") avanzan hacia un
estado cualitativamente diferenciado del estado anterior. Por ejemplo, cada una
de las células de nuestro cuerpo contiene en su núcleo dos copias de una
molécula llamada ácido dexosirribonucléico (ADN), que está contenido en
veintitrés pares de cromosomas. Una copia del ADN llega del padre y la otra de
la madre, fusionándose en la unión del óvulo y el espermatozoide. A su vez,
esta molécula está diferenciada en segmentos de función llamados genes. Al
conjunto de estos genes se les denomina genoma. El ADN es una molécula sin vida.
¿Cómo se produce el salto cualitativo de la no vida a la vida? Es evidente que
la vida no surge sólo con el ADN, pues la vida es algo muy diferente a una
molécula muerta. La vida, que incluye también el ADN, se convierte en un estado
muy complejo, de características cualitativamente superiores, no reductible en
modo alguno al estado anterior.
La descripción más exacta de la función del
ADN es la que dice que éste contiene información que es leída por la maquinaria
de la célula en el proceso productivo (...). Para hacer un organismo vivo hace
falta algo más que el ADN (...). Las fuerzas externas, eso que normalmente
imaginamos como "ambiente", son en parte consecuencia de las
actividades del organismo mismo, en cuanto que éste produce y consume las
condiciones de su propia existencia. Los organismos no encuentran el mundo en
el que se desarrollan. Lo hacen. Las fuerzas internas, por su parte, no son
autómatas, sino que actúan en respuesta a las externas. Parte de la maquinaria química
interior de una célula sólo es fabricada cuando las condiciones exteriores lo
exigen4.
Estas
palabras del biólogo y profesor de la Universidad de Harvard, Richard Lewontín,
me recuerdan la importancia que, en la actualidad, tiene el concepto de campo
en la física. El concepto de campo de fuerza tiene su origen en el siglo XIX
con el científico británico Michael Faraday (1791-1867). Según este concepto,
el espacio está lleno de fuerzas que pueden mover
objetos.
Estos campos de fuerza fueron considerados por muchos físicos como pasatiempos
inútiles. Sin embargo, esos pasatiempos inútiles son hoy los referentes más
importantes en los que se fundamenta la física cuántica.
En la actualidad el campo es el concepto
fundamental y último de la física, porque la física cuántica nos dice que las
partículas (los objetos materiales) no son sino manifestaciones de campos (…).
De hecho, en el mundo cuántico un campo debe generar partículas. La física
cuántica dice que la energía de un campo no puede cambiar suavemente, de forma
continua, de un lugar a otro, como pretendía la descripción clásica de campo.
La energía se presenta en fracciones discretas, o cuantos, y todos los campos de
materia deben tener sus propios cuantos, cada uno con su cantidad discreta de
energía o masa. Las partículas son trozos energéticos del campo, confinados a
una cierta región por el principio de incertidumbre (…). En el Universo no
existe nada más que campos cuánticos5.
¿Están
convencidos los biólogos y los psicólogos que lo interior y lo exterior, el
organismo y el ambiente tienen una relación tan íntima, hasta el punto que uno
no puede darse sin el otro?
Quizás ambas
cosas sean las dos caras de una misma moneda. Para la física cuántica el campo
es el concepto fundamental y los objetos no son sino manifestaciones de los
campos.
Esto lleva a
suponer que la mente no se limita sólo al espacio cerebral, sino que tiene un
espacio de expansión bastante más amplio del que en principio suponíamos.
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