EL HOMBRE QUE RECOGÍA MONEDAS CON LA BOCA
UNA VISIÓN DIFERENTE DEL AUTISMO
UNA VISIÓN DIFERENTE DEL AUTISMO
“Uno de los mejores libros sobre autismo que he leído. Los autores nos cuentan un relato necesario, que ellos además, hacen ameno, poniendo en valor todas las cosas por las que venimos luchando desde hace generaciones los padres y las personas con autismo”.
Miguel A. Gallardo, autor de "María y yo".
Ediciones Aljibe
Medidas:14 x 21,5 cms
Nº páginas: 296
Encuadernación: Rústica
PVP: 18,00 € con IVA
ISBN: 978-84-9700-855-6
Medidas:14 x 21,5 cms
Nº páginas: 296
Encuadernación: Rústica
PVP: 18,00 € con IVA
ISBN: 978-84-9700-855-6
AUTORES
J. FRANCISCO GUERRERO LÓPEZ. Doctor en Pedagogía y profesor titular en la Universidad de Málaga (UMA). Autor de numerosos artículos en revistas nacionales e internacionales y de una docena de ensayos relacionados con las necesidades educativas especiales.
ANA PAULA ZARAGOZA MOYANO. Doctora en Pedagogía y maestra de Educación Primaria. Especialmente vinculada a la inclusión en el aula de niños/as con autismo
CONTENIDO CENTRAL
PRÓLOGO. MIGUEL A. GALLARDO PAREDES
PRIMERA PARTE. J. FRANCISCO GUERRERO LÓPEZ
UN POCO DE HISTORIA SOBRE EL AUTISMO Y LA DIVERSIDAD
1. ¿Qué misterios desveló el cráneo de una niña muerta hace 530 000 años en la sierra de Burgos? 2. Los seres «Malditos de Dios»
3. El hijo «perdido» de Arthur Miller
4. Las «niñas-lobas» de la India
PRIMERAS DEFINICIONES CIENTÍFICAS DEL AUTISMO
1. Paul Eugen Bleuler y su hospital a orillas del Rin
2. El psiquiatra que quiso ser poeta: Leo Kanner
3. Hans Asperger: el pediatra que investigaba rodeado de nazis
4. Lorna Wing: la mujer que descubrió el autismo en el vagón de un tren
5. Las «madres refrigeradoras»
6. ¿Demasiadas «pantallas de televisión» en la mente autista?
EL AUTISMO, ENTRE LA LITERATURA Y LA REALIDAD
1. Del hombre gaviota a Funes el memorioso
2. El hermano autista de Sherlock Holmes
3. ¿Era el personaje de El idiota autista?
4. Un niño con autismo como protagonista de una novela
LA MENTE AUTISTA VISTA DESDE LA PERSONA AUTISTA
1. La extraordinaria capacidad mental de Daniel Tammet
2. La fascinante vida de Temple Grandin
3. La heroica odisea de Birger Sellin
4. Stephen Wiltshire, el pintor que tiene una cámara fotográfica en su cabeza
5. Kim computer Peek, de Rain man a la fama
6. Henry Cavendish y Grigori Perelman, dos científicos que cambiaron el mundo
7. Cómo nos puede mejorar una persona con autismo: María y yo
8. A modo de conclusión
9. Breves apuntes sobre las nuevas clasificaciones de los trastornos del espectro autista
ESTUDIAR LOS TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA DE FORMA CUALITATIVA
1. Números o palabras
2. Desenmarañando el significado de las personas con autismo
3. La observación participante y el autismo
4. Un acercamiento más comprensivo al autismo
5. «Suspender» nuestro conocimiento ante las personas con autismo
6. Investigar a un niño con autismo o convivir con él
7. Los confidentes en la investigación: las historias de vida y los diarios
8. Ser como Indiana Jones en busca del Santo Grial educativo
9. Lo que nos enseñó el Doctor Jekyll y Mister Hyde
10. La investigación en la acción educativa
11. El aula como centro de las respuestas
12. El final del viaje
13. Notas
14. Referencias bibliográficas
SEGUNDA PARTE. ANA PAULA ZARAGOZA MOYANO
COMPRENDER EL AUTISMO DESDE LA CONVIVENCIA EN EL AULA
1. Una madre en busca de ayuda educativa para su hijo con autismo
2. ¿Qué programas existen para la intervención educativa de los niños con TEA
3. ¿Por qué se eligió el método ABA?
4. ¿Qué hemos conseguido después de estos tres años de esfuerzos educativos en el colegio?
5. Primer año (2º de Primaria)
6. Segundo año (3º de Primaria)
7. Tercer año (4º de Primaria)
8. Gráficas de los tres años
9. El milagro: la favorable evolución del niño con autismo
Prólogo
Un
mundo al revés
Cada
vez más encuentro en mi vida cosas y habilidades que me hermanan con el mundo
de mi hija María, que ahora tiene 22 años y trastorno del espectro autista.
Ella se quedó con la memoria de la familia, recuerda los nombres de todas las
personas que ha conocido en su vida, yo no recuerdo el nombre de nadie, un
superpoder al revés. Mi cabeza suele ser un caos y carezco de cualquier clase
de orientación geográfica. Es por eso que necesito un orden estricto en mi
escritorio y alrededor mío.
Cuando
llego a un sitio nuevo, necesito referencias y anclajes, necesito continuamente
mapas, reales o figurados de los sitios donde voy, incluso de las cuatro calles
donde vivo.
Las
cosas que me rodean, lápices, libros, papeles, suelen desaparecer en una
dimensión que desconozco pero que no es la nuestra, para luego volver a
reaparecer en otro sitio. La buena noticia es que con la edad y con la
experiencia me he acostumbrado a esa situación, puesto que la vida no deja
nunca de sorprenderme.
De
la misma manera me sorprende María y su mundo ilógico (para mí), pero que se
rige por un orden propio de otra galaxia.
María
me ha enseñado a mirar el mundo con ojos diferentes, a fijarme en los pequeños
detalles que hacen este viaje apasionante.
Me
ha enseñado sobre todo que miramos pero no vemos, que cada pérdida de un
objeto, cada extravío en una ciudad, es una ocasión para ver más detenidamente,
para acceder a otro mundo paralelo al nuestro.
Vivimos
en un mundo que no es normal porque, amigos, no existe lo normal.
Las
rutinas diarias seguramente le dan ese falso aspecto. Cada vez que
interrelaciono con María o con alguien de su condición, tengo una ventana
privilegiada para ver esos otros mundos que conviven con el nuestro a diario.
Lo
ideal sería que pudiéramos aprender de ellos y no solo domesticarlos para que
vivan esa vida de apariencia normal. Siempre pienso que las personas como María
sienten y ven demasiado, que están a la vanguardia de la civilización y que son
exploradores muy mal comprendidos, que están llegando más allá, más lejos de lo
que nosotros podremos ir. Qué desperdicio de saber, de conocimiento, de
experiencia.
Pero
eso que pienso lo guardo muchas veces para mí porque creo que la gente no lo va
a entender. Uno de mis superpoderes de niño que conservo intacto es la
imaginación y, con ella puedo ver algo de ese mundo ideal en el que como dice
Temple Grandin, necesitamos toda clase de mentes.
Y si
alguna vez me despisto y me dejo arrastrar por la rutina diaria, María está ahí
para enseñarme lo maravilloso que es el mundo cuando eres capaz de contemplarlo
con ojos diferentes. El mundo del autismo, nuestra división privada, está de
suerte, en estos últimos tiempos han aparecido tres libros, que hablan de toda
nuestra historia:
Uno
de ellos es Neurotribes de Steve Silberman, otro es Historia del
autismo de Adam Feinstein. El tercer libro, es el que tienes entre tus
manos: El hombre que recogía monedas con la boca; una visión diferente del
autismo, de J. Francisco Guerrero y de Paula Zaragoza. Estos autores nos
cuentan el relato del autismo; un relato necesario que ellos, además, lo hacen
ameno, poniendo en valor todas las cosas por las que venimos luchando desde
hace generaciones los padres y las personas con autismo.
Un
libro fascinante, sin falsos prejuicios, interesante, que engancha desde el
primer momento.
Yo,
la verdad, ¡me lo leí de un tirón!
Miguel A. Gallardo Paredes.
Ilustrador. Autor de María y yo.
Ilustrador. Autor de María y yo.
El
psiquiatra que quiso ser poeta: Leo Kanner
Efectivamente,
en plena II Guerra Mundial se publican dos artículos que van a transformar la
historia del autismo y, en buena medida, la de la psiquiatría infantil. Uno de
esos estudios lo publica en 1943 un psiquiatra nacido en Kiokotic (Ucrania)
llamado Leo Kanner que desarrolló su actividad profesional en Baltimore (EEUU)
en el hospital Johns Hopkins. El
otro lo publica en 1944 (unos seis meses más tarde que el de Kanner), un
pediatra y psiquiatra vienés llamado Hans Asperger.[1]
El artículo de Kanner tiene una amplia difusión casi inmediata pero el de
Asperger tendrá que esperar casi 40 años, a que Lorna Wing lo rescate en 1981. De hecho, es ella la que utiliza por primera vez la
expresión síndrome de Asperger en la revista Psychological
Medicine (1981) como homenaje a Asperger. Pero, hasta
que Uta Frith no lo tradujo al habla inglesa en 1991 no tuvo la difusión
mundial que merecía.
¿Se
conocieron personalmente alguna vez Kanner y Asperger? Parece ser que no. Si
bien Asperger sí citó en alguna ocasión a Kanner (Torres Iglesia, Caballero
Andaluz y Rodríguez Sacristán, 2001).
Me voy a detener ahora brevemente en la figura de Ka-nner,
hombre que quería ser poeta, que sabía seis idiomas y que tenía una memoria a
la altura de los genios autistas. Me gustaría recordar el famoso comienzo de la
publicación de Kanner (1943) Autistic Disturbances of Affective
Contact (Trastorno Autístico del Contacto Afectivo):
Desde 1938, nos ha llamado
la atención un número de niños cuya condición difiere de manera tan marcada
*Lorna Wing (afamada psiquiatra de la que
hablaremos más tarde), comenta que un psicólogo norteamericano llamado Lighter
Witman escribió un artículo sobre un niño de 3 años que manifestaba un
comportamiento susceptible de diagnóstico TEA antes que Kanner o Asperger.
y
singular de cualquier otra conocida hasta el momento, que cada caso merece y
espero que reciba con el tiempo una consideración detallada de sus fascinantes
peculiaridades. Por razones inevitables de espacio se hace una presentación
condensada del material de los casos. Por la misma razón, también se han
omitido las fotografías. Puesto que ninguno de los niños ha superado la edad de
11 años, este debe considerarse como un informe preliminar, que se ampliará a
medida que los pacientes crezcan y se realice una observación posterior de su
desarrollo. (Leo Kanner, 1943. «Nervous Child», 2 (217250). Traducido por
Teresa Sanz Vicario. Artículo extraído de la revista Siglo Cero, nº 149,
1993).
Peter
Hobson sugirió en 1995 que quizá fue la psicoanalista Melanie Klein quien pudo
describir a un niño con autismo de cuatro años llamado Dick en 1930 (es decir
unos diez años antes que Kanner). Realmente Klein describe a ese niño con
características propias de un niño autista de los que Kanner describió después.
Entre otras cosas nos dice:
No tenía intereses, no jugaba ni tenía contactos con su
medio. Pasaba la mayor parte del tiempo encadenando sonidos sin significado y
repetía constantemente ciertos ruidos [...] Iba de un lado a otro sin finalidad
ni propósito y varias veces se puso también a corretear a mi alrededor [...]
Las expresiones oculares y faciales eran esterotipadas, ausentes e inexpresivas
de cualquier interés. Ni con ella (su ama de cría) ni con ninguna otra persona
había llegado a establecer Dick contacto alguno (Hobson, 1995: 36).
…
Comprender
el autismo desde la convivencia en el aula
Una
madre en busca de ayuda educativa
Para su hijo con autismo
Para su hijo con autismo
Soy
maestra desde mis 23 años y siempre he considerado mi profesión como aquella en
la que aprendo cada día gracias, sobre todo, a la espontaneidad de aquellas
«pequeñas» personas que conviven conmigo en mi aula.
Uno
de estos pequeños maestros, al que llamaré D en toda mi narración, es el
protagonista de esta segunda parte del libro, en la que quiero mostrar la
sorprendente evolución de este niño autista, una experiencia que ha formado
parte de mi vida docente durante tres años. Ni yo, ni la madre del niño,
pudimos imaginar el increíble milagro que se iba a producir.
Esta
apasionante aventura empieza con la entrada de una madre al centro educativo
donde imparto clase. Era el primer día del mes de septiembre y quería
matricular a D en segundo curso de Educación Primaria. Como muchossabréis, el
período de matriculación es en el mes de marzo pero se puede matricular a un
niño en cualquier otro mes si en el centro hay plazas y, en mi centro, las
había. No obstante, la novedad que se nos planteaba era que la matrícula era de
un alumno con autismo.
Este
alumno ya había estado en nuestro centro en Infantil pero sus padres decidieron
trasladarlo a otro colegio (un centro privado) para trabajar con la figura de
la «sombra», pues en aquellos años no se permitía este recurso en los centros
públicos. Aclararé que la «sombra» es una persona que está con el niño en todos
los momentos de la jornada escolar y que está formada, en este caso concreto,
en el método ABA. Actualmente, esta opción se está incorporándo, poco a poco,
en los centros públicos, lo que supone una gran ayuda de la que en su día no
pudo disponer nuestro alumno y que hizo que sus padres lo trasladasen a otro
centro (es curioso observar cómo, a veces, los centros educativos públicos van
a remolque de las circunstancias que aparecen).
Tras
dos años de escolarización en el centro privado, buscando dar a su hijo las
mejores condiciones y recursos para su desarrollo, a pesar del esfuerzo
económico, las circunstancias familiares cambiaron, pues trasladan al padre a
trabajar a otra ciudad. En un primer momento pensaron en mudarse pero, al no
encontrar en el nuevo destino un colegio para matricular a sus tres hijos,
finalmente decidieron que el padre se fuera solo y que el resto de la familia
continuara en la vivienda familiar y en el mismo colegio. Entonces decidieron
matricular a su hijo autista en mi centro, del que, aunque no supo darles
respuestas en un pasado, tenían buena opinión y referencia por sus otros dos
hijos. Así es como D regresa a nuestro colegio y comienza esta alucinante
aventura en la que yo fui su tutora.
La
dirección del centro y la especialista de Pedagogía Terapéutica (maestra
fundamental que trabajará conmigo diariamente) pidieron que el alumno fuera
escolarizado en mi clase. En ese momento, se abrió ante mí un camino que no
había transitado antes. Al principio sentí miedo, el miedo que aparece ante lo
desconocido, pero el temor no hizo que me paralizara. Dediqué los primeros días
de septiembre, antes de que comenzara el curso, a leer e informarme sobre el
autismo. También leí el Proyecto Educativo de mi centro, centrándome en el
apartado de atención a la diversidad. Tras mis lecturas llegué a una conclusión
clara, a una idea fundamental: «quiero que mi alumno con autismo sea uno más
del aula, y no solo del aula, sino del colegio y de la comunidad educativa en
la que se va a encontrar inmerso».
Quería
velar por el bienestar de este nuevo alumno pero sin olvidar que era tutora de
toda una clase de segundo y que tenía otros dieciséis niños que debía atender
(pues pienso que tengo en mis manos el futuro de mi alumnado y que debo hacer
lo máximo para que lleguen a ser lo que ellos deseen).
Mis
preocupaciones iniciales, y también las de la madre ante el cambio de centro,
se convirtieron en satisfacción pues presenciamos durante estos tres años una
evolución magnífica, a pesar de los altibajos que nos asaltaron en algunos
momentos.
La
comunicación con la madre fue de gran ayuda. Ella compartía conmigo sus
vivencias y me facilitaba toda la información que le pedía. Gracias a las
conversaciones con ella y a los documentos que le solicité, pude conocer los
antecedentes de mi alumno. Un niño que, según las explicaciones de su madre,
era totalmente normal en sus primeros años de vida.
…
En
este sentido, la total apertura de la comunicación fluida con la familia fue
fundamental en la obtención de resultados. En mi vivencia, cuando la madre se
abrió y confió en nosotras contándonos el trabajo que hacían en casa, con las
pautas de ABA, fue cuando el cambio comenzó a hacerse evidente. Por eso, es
vital y muy importante la confianza y la apertura de las familias y los maestros,
tanto en la exposición como en la escucha de unos y otros. Una comunicación
fluida, en la que las familias se sientan con libertad para expresarse, es
fundamental para un buen entendimiento entre ambas partes que, evidentemente,
repercutirá en el niño.
Cuando
la madre nos comentó el trabajo con el método ABA mi compañera y yo nos
preocupamos por informarnos y formarnos en él, para trabajar en coordinación
con la familia y seguir el método en el que ellos confiaban.
Brevemente
comentaré que el método ABA (Applied Behavior Analysis —Análisis Conductual
Aplicado—), también
llamado Método de Modificación de Conductas, puede encontrarse en algunos textos también con las siglas IBI («Instensive Behavioural Intervention») destacando así la importancia de que el método sea intenso, o EIBI («Early Intensive Behavioural Intervention) que pone de manifiesto la importancia de una intervención temprana. El origen del método ABA se encuentra en el año 1913, en los estudios que el científico Thorndike desarrollaba sobre el aprendizaje de la causa y efecto. Posteriormente, en elaño 1927, el ruso Pavlov continuó desarrollando en sus estudios esa misma línea, realizando sus experimentos más conocidos con perros. Muchos de los que leáis estas líneas conoceréis el famoso perro que salivaba solo al toque de la campana, pues esta siempre sonaba cuando le iban a dar la comida.
llamado Método de Modificación de Conductas, puede encontrarse en algunos textos también con las siglas IBI («Instensive Behavioural Intervention») destacando así la importancia de que el método sea intenso, o EIBI («Early Intensive Behavioural Intervention) que pone de manifiesto la importancia de una intervención temprana. El origen del método ABA se encuentra en el año 1913, en los estudios que el científico Thorndike desarrollaba sobre el aprendizaje de la causa y efecto. Posteriormente, en elaño 1927, el ruso Pavlov continuó desarrollando en sus estudios esa misma línea, realizando sus experimentos más conocidos con perros. Muchos de los que leáis estas líneas conoceréis el famoso perro que salivaba solo al toque de la campana, pues esta siempre sonaba cuando le iban a dar la comida.
Uno de los mayores autores conocidos por utilizar este
método es Lovaas[2]. Una de
las cosas que más llamaron mi atención fue que el niño autista no va a aprender
como lo haría un niño normal, por lo que se le debe guiar para construir unos
cimientos útiles para vivir en sociedad. Comprender esta idea es fundamental.
Debemos entender y aceptar que no seguirán las mismas dinámicas que el resto de
la clase y que no servirá de nada que insistamos en hacer lo mismo que con el
resto de niños que tenemos en nuestras aulas, pues este es el principal motivo
de la frustración del docente y del alumno. Si no entendemos esto, nos
frustraremos cuando aparezca una actitud agresiva del niño ante una situación
nueva que no comprende.
Esto
pude aprenderlo en primera persona, cuando mi alumno me golpeaba o tiraba todo
lo que se encontraba a su alrededor. Es ahora, cuando sé que era su período de
adaptación a la nueva realidad que se le había presentado y que no entendía. Un
proceso de adaptación que vivimos los dos, pues yo tampoco entendía cómo él
veía el mundo.
La
familia del niño también nos puso en contacto con la fundación que trabajaba
con este alumno. Estoy eternamente agradecida a los profesionales de esta
fundación que no dudaron en venir un día al aula, para ayudarnos en el enfoque
del trabajo diario con el niño. Lo observaron y después nos comentaron
situaciones a modificar y otrasmuchas acciones que podíamos llevar a cabo con
él.
También
empezamos a utilizar el sistema de refuerzos que comenta ABA (recompensas que
en algunos momentos consistían en darle una simple chocolatina), para ir
consiguiendo en el alumno efectos positivos dentro del aula, así como evitar
algunas conductas no apropiadas.
Una
de las frases que siempre recordaré de mi lectura de Lovaas (1989: 35) es:
«Cuando premies a personas con problemas de desarrollo sé muy enfático y
sonoro, exclama muy alto, di cosas como: ¡Bien!, ¡Fenomenal! o ¡Eres
estupendo!». Pude constatar que esto funcionaba en mi día a día al ver cómo
aumentaba en mi alumno su satisfacción cuando se le decían cosas positivas al
ganar un refuerzo.
En
el aula comenzamos a usar la técnica psicológica de la economía de fichas para
promover y reforzar determinadas conductas socialmente deseables. Era un
rectángulo de goma eva de tamaño algo mayor que una cuartilla. La colocábamos
en posición horizontal y en la parte superior poníamos el refuerzo que podía
conseguir y debajo, en una disposición parecida al juego de tres en rayas,
dibujábamos una tabla en cuyos cuadritos o celdas íbamos pegando con velcro
caritas verdes en función de la consecución de las tareas asociadas al
refuerzo. Para conseguir ese refuerzo, D tenía que ir consiguiendo puntos,
caras verdes sonrientes. Se debían completar tres filas de caritas sonrientes,
es decir, un total de 9, o alguno menos en función del día y de su trabajo.
Siempre se le explicaba lo que tenía que hacer en clase para conseguir el
refuerzo. En los primeros meses conseguía una carita por colocar la silla, otra
por sacar el estuche, etc. Con el paso del tiempo se le premiaba por hacer
actividades más complejas, como escribir la fecha, responder cuando se lepreguntaba
o hacer un ejercicio.
Todo
este trabajo diario hizo que el alumno avanzara y evolucionara muy
satisfactoriamente.
Es importante que los padres y madres confíen en las
posibilidades de su hijo, aunque se manifiesten a un ritmo diferente del resto
de los niños. También es fundamental que docentes y padres se abran a una
comunicación abierta para el mejor conocimiento y adaptación del niño. Esto
será un pilar fundamental para la escuela inclusiva, estableciendo constantes
contactos con los docentes del centro educativo en el que va a estar el niño
durante muchas horas al día y durante muchos años de su vida. Si no hubiera
existido en mi caso esa relación tan fluida con la madre de D, puede que todo
lo que hemos conseguido no hubiese sido posible y, ante todo, tenemos que
pensar en el bienestar del niño, que no entiende el mundo que le rodea.
…
[1] Lorna Wing (afamada psiquiatra de la que
hablaremos más tarde), comenta que un psicólogo norteamericano llamado Lighter
Witman escribió un artículo sobre un niño de 3 años que manifestaba un
comportamiento susceptible de diagnóstico TEA antes que Kanner o Asperger.
[2] Psicólogo
clínico considerado como uno de los padres de la terapia para el autismo, denominada análisis de
conducta aplicada, más conocido por sus siglas en inglés como ABA.
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