Dislexia y Sordera
Las contribuciones aquí
recogidas son una muestra de los temas que actualmente y a lo largo de los
últimos años se vienen investigando en nuestro país; los autores pertenecen a
distintos grupos de investigación de nuestra geografía y todos ellos tienen en común
haber recibido, desde sus inicios, la influencia magistral y el impulso del
profesor Jesús Alegría a quien está dedicada esta obra.
Ediciones Aljibe
Medidas:17 x 24 cms Nº páginas: 262
Encuadernación:
Rústica PVP: 14,50 € con IVA
ISBN: 978-84-9700-641-5
COLABORADORES
PRESENTACIÓN
PRIMERA PARTE: LA LENGUA ESCRITA Y SU APRENDIZAJE
CAPÍTULO I: Origen y
funciones de la cultura escrita.
María Clemente Linuesa
CAPÍTULO II: La
comprensión oral y escrita: ¿es la decodificación de las palabras la única
diferencia? Emilio
Sánchez, J. Ricardo García y Andrea Bustos
CAPÍTULO III: Adquisición
de la lectura en castellano. Fernando Cuetos, Paz Suárez y Robert
Davies
CAPÍTULO
IV: Adquisición
de la escritura de palabras: modelos y metodología de estudio. Gracia
Jiménez-Fernández, Sylvia Defior y Francisca Serrano
SEGUNDA PARTE: DIFICULTADES EN EL APRENDIZAJE DE LA
LENGUA ESCRITA
CAPÍTULO V: Procesos
cognitivos y dificultades de aprendizaje en lectura. Adelina Estévez
y Juan E. Jiménez
CAPÍTULO VI: La
evaluación de la dislexia evolutiva. Marisol Carrillo Gallego
CAPÍTULO VII: Intervención
en dislexia: diferenciando soluciones reales y mitos. Francisca
Serrano y Sylvia Defior
CAPÍTULO VIII: Lengua oral,
dificultades en el aprendizaje de la lengua escrita e inmigración. José
Antonio Adrián, María José Rodríguez-Parra, Juan José Buiza y Almudena
Giménez-De la Peña
TERCERA PARTE: SORDERA Y APRENDIZAJE DE LA LENGUA
ESCRITA
CAPÍTULO IX: Los lenguajes del niño
sordo. El niño sordo y la lengua escrita. Jesús Alegría Iscoa
CAPÍTULO X: La
adquisición de la lectura y la escritura en niños sordos con implante coclear:
efectos de la Palabra Complementada. Jacqueline Leybaert, Stéphanie
Bravard, Olivia Sudre y Nadine Cochard
CAPÍTULO XI: Procesos
cognitivos y metacognitivos en la expresión escrita de alumnos sordos de
educación secundaria. Rafaela Gutiérrez y Francisco Salvador Mata
CAPÍTULO XII: Evaluación
de la lectura en las personas sordas. Isabel Pérez, Juana Soriano y
Ana Belén Domínguez
CAPÍTULO XIII: Leer
y escribir con los alumnos sordos: Una propuesta para su enseñanza. Pilar
Rodríguez, Pilar Alonso y Ana Belén Domínguez
Introducción
La capacidad de leer constituye en nuestros días un requisito
ineludible tanto para el desarrollo personal y profesional como para los
procesos de socialización. La generalización de esta competencia no puede
hacernos olvidar que la práctica lectora constituye una actividad muy reciente
en la historia de la humanidad. Aunque la escritura se inventó hace casi cinco
mil años, leer no fue una actividad socialmente extendida hasta el siglo XIX.
Cuando esta práctica se democratizó, cuando la alfabetización constituyó un
fenómeno importante en las sociedades occidentales (en España esto ocurre ya en
el siglo XX) se plantearon los problemas que todo proceso cultural
pretendidamente generalizador conlleva y surgió entonces el interés por el
estudio de este campo, en el que desde los años setenta del siglo XX se viene
produciendo un inmenso desarrollo desde distintos frentes y tendencias, que en
gran medida se reflejará en esta obra.
La historia de la lectura es la de un
constante proceso de cambios motivados, en cierta medida, por los usos que ha
tenido la lengua escrita y por los distintos formatos y medios en que se ha
sustentado; aunque es importante recordar que esos distintos formatos y
soportes y los modos de lectura por ellos generados han convivido más de lo que
creemos. Hoy contamos con nuevos soportes que han venido a plantear nuevos
retos en lo que entendemos por alfabetización, pero ello no debería causarnos
más temor del que se produjo en épocas anteriores cuando fueron apareciendo
novedades, ya fuera en los sistemas de escritura, en los modos de escribir, en
las funciones para las que se utilizó la lengua escrita o en los formatos en
que se escribía y leía. Tampoco debería crearnos menos esperanzas que tuvieron
nuestros predecesores lectores con las innovaciones que sufrieron y gozaron. Sí
debería constituir un motivo de preocupación que gran parte de la población no
posea un nivel adecuado de alfabetización. Según datos de la UNESCO todavía hay
cerca de 800 millones de personas analfabetas si se considera como criterio de
alfabetización “saber escribir un texto simple y breve de hechos relativos a la
vida cotidiana”. También es preocupante que en las sociedades alfabetizadas
haya desigualdades muy notables ya sean de índole social o individual. Este
libro pretende contribuir a la comprensión de muchos de los asuntos que tienen
que ver con la alfabetización. Por ello, en este capítulo inicial,
presentaremos un breve recorrido histórico sobre algunos temas que quizás nos
permitan comprender la complejidad del proceso lector: por qué surge la
escritura, qué funciones ha tenido y tiene la lengua escrita, y cuándo
surge la lectura como práctica social.
1. Antecedentes
e invención de la escritura
Ciertos autores consideran la decoración
cerámica de Nagada II como un intento de expresar mensajes, lo que constituiría
un precedente de la escritura (Pérez Lagarcha, 2002), sin embargo una de las
hipótesis más asumidas sobre el origen de la escritura es la expuesta por la
arqueóloga francesa Denise Schmandt-Besserat, a partir de las excavaciones
realizadas en el Oriente Próximo, datadas entre el IX y el II milenio a.C.,
según lugares (Cardona, 1994). Concretamente en la ciudad de Uruk (en el actual
Irak) se encontraron objetos con inscripciones de rayas y puntos, que se
interpretaron como un sistema de notación. Más tarde aparecieron las bullae,
objetos que, en su parte externa, reproducían la forma y número de lo que
contenían, lo que hizo suponer que se trataba del registro visual de una
transacción comercial dado que frecuentemente llevaban un sello. En su
evolución se sustituyó la bullae por una tablilla de arcilla, que hizo
completamente prescindible al recipiente, simplificándose así el sistema. La
tablilla de arcilla constituiría la primera escritura o el antecedente
inmediato de ésta. La escritura tenía una finalidad eminentemente comercial y
administrativa. En este proceso encontramos el origen de la denominada
“escritura cuneiforme”, desarrollada por los sumerios, que se extendió por
Armenia y Capadocia. Las tablillas de arcilla en las que se escribía con una
especie de punzón constituían una solución barata y duradera, que,
precisamente, por tratarse de tal material, podemos conocer hoy. Esta primera
escritura, llamada “cuneiforme”, era ideográfica, con sus ventajas e
inconvenientes. Por ejemplo, al no representar fonéticamente ningún idioma, ya
que sus caracteres representaban los objetos más o menos esquemáticamente,
quienes la conocían, podían comunicarse aunque no hablaran la misma lengua. Sin
embargo, una gran dificultad estaba en que era preciso conocer el simbolismo de
cada uno de los signos que la constituían que, lógicamente, eran más numerosos
cuanto más completa y rica era cada escritura.
La escritura también fue conocida o inventada por otros pueblos. Tres
siglos después, aproximadamente en el 3.150 a.C., tenemos constancia de su
aparición de en Egipto (Martín, 1999). Pudo ser una invención propia o una
copia de la cuneiforme, dado que entre estos pueblos existían relaciones. Lo
que hizo posible su aparición es que se dieran las condiciones propicias para
el asentamiento y estabilización de poblaciones en lugares próximos a los ríos,
lo que dio lugar a Ciudades Estado. En Mesopotamia, ésto ocurrió en torno a los
ríos Tigris y Eufrates y en Egipto aconteció en torno al Nilo. No obstante, una
cuestión importante parece diferenciar el sentido y utilidad que tuvo la
escritura para esas dos sociedades, pues, a pesar de que los egipcios
progresaron en el aspecto económico, tanto o más que sus vecinos, no parece que
la utilizaran originalmente para fines comerciales, sino más bien religiosos.
Un tercer lugar de inicio fue China, también cuando el pueblo hua
se hizo sedentario. Sobre el sentido de esta escritura, como ocurrió en Egipto,
parece prevalecer la hipótesis de que nació con finalidades más espirituales o
religiosas que económicas, preocupaciones adivinatorias antes que de
contabilidad. Los adivinos interrogaban a sus antepasados calentando con fuego
conchas o huesos en los que habían escrito las preguntas, los materiales con el
calor se agrietaban, formando líneas que eran interpretadas como las respuestas
que los antepasados daban a las preguntas formuladas y que escribían en la
parte posterior de la misma concha (Cardona, 1994). Así pues, en su origen, la finalidad de la escritura china, que era
también ideográfica, no fue la de constituir un instrumento de comunicación
humana, sino más bien de simbolización religiosa y comunicación con seres
superiores o con antepasados. En cualquier caso configuró otra lengua, ya que
los adivinos no la usaron con la finalidad de anotar la lengua oral. Más tarde,
el uso del papel y la pluma hizo que los trazos adquirieran formas más
abstractas y estandarizadas constituyendo un sistema, que tal como hoy es
conocido y usado es en parte logográfico y en parte fonético. También fueron
cambiando las finalidades, puesto que alrededor del 200 a.C. cuando China
disfrutó de un largo periodo de paz, la escritura se utilizó para fines civiles
y judiciales.
2. Evolución de las funciones y usos de la lengua escrita
…
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