martes, 23 de febrero de 2021

Reaprender a vivir

 REAPRENDER A VIVIR

Guía para superar ictus, cáncer, accidentes y enfermedades graves,
 convirtiendo la adversidad en oportunidad 







 Reaprender a vivir entreteje el relato vivencial y la reflexión de aquellos que han sufrido y superado una situación traumática o enfermedad grave, como es el ictus, con importantes experiencias y conocimientos científicos, que ofrecen información útil y tranquiliza­dora a quienes pasan por situaciones de adversi­dad o tienen la misión de acompañarlos. Además nos adentra en el mundo emocional, cognitivo, tensional, axiológico y de creencias de quien sufre; acompañándolos  desde los momentos iniciales hasta su poste­rior vuelta a la vida en casa.
Esta obra constituye un instrumento positivo y de es­peranza para quienes deben afrontar una situación adversa grave o se encuentran en proceso de reha­bilitación.





Coordinadoras: Saturnino de la Torre y Jeannette Inchauste
Editorial: Ediciones Aljibe                  Medidas: 17x 24 cms           No páginas: 200
Encuadernación: Rústica con solapas        PVP: 19,00 € con IVA      
ISBN: 978-84-9700-877-8


Este libro va dirigido a:
Este libro va dirigido a personas que perdieron el horizonte de la vida que habían programado y necesitan reprogramarla de nuevo. No sólo es útil para quienes han tenido un ictus, un derrame cerebral o un cáncer, sino para cuantos han vivido una situación traumática, ya sea por accidentes, enfermedad grave o simplemente precisan “encontrar su sentido”

En España:

Cada 4 minutos se produce un episodio de ictus.

Cada 14 minutos muere una persona por ictus.

El ictus es la primera causa de minusvalía entre adultos.

El ictus es la primera causa de mortalidad entre mujeres.

El ictus es la segunda causa de mortalidad entre adultos.

El ictus cuesta a Sanidad más de 9 000 millones de euros al año.



Dedicado a cuantos han padecido ictus, cáncer, infartos, accidentes graves y cualquier tipo de desgracia que ha cambiado su vida. A ellos y a sus familiares y amigos. Porque lo que han vivido puede ser una oportunidad de transformación personal, de oportunidad de mejora y contribución social.

Sólo Dios sabe el amor infinito e incondicional que siento por mis tres hijos, Nela, Andrea e Ignacio, mi razón de vivir.

A los nietos más pequeños repartidos por varios continentes: Nicolás y Emilia (USA), Cristopher (USA), Marina (Bolivia), María (España) para que polinicen en el entorno que les toque vivir las ideas y valores de este libro y contribuyan a un planeta sostenible, a una sociedad más justa y tolerante, a una salud y educación más integradoras y humani­zadas, a primar la ética y la conciencia del bien, sobre la acumulación de bienes y de poder.

No hay nada en esta vida más amado

que sentir la pasión de lo vivido,

aunque a veces se goce lo sufrido,

aunque a veces se sufra lo gozado.
CONTENIDO
GRACIAS, SEÑOR
PRESENTACIÓN. DRA. SUSANA RODRÍGUEZ
PRÓLOGO Y EPÍLOGO
1.    El día más largo y la noche más negra
2.    ¿Por qué a mi?
3.    Primeras vivencias. De hospital en hospital
4.    ¿Qué es el “ictus”? Lo que conviene saber
5.    Entre la vida y la muerte
6.    El misterio de la vida. ¿Qué es la vida?, ¿qué es vivir?
7.    Vivencias y recuerdos de la UCI
8.    ¿Esperanzar?, el poder de la creencia
9.    En la planta de intermedios o hemicríticos
10. ¿Por qué una red de energía y oración?
11. La presencia de hijos, familiares y amigos. Oleaje emocional
12. ¿Qué nos aporta la adversidad creadora?
13. Reposición del cráneo. Superando el dolor
14. ¿Es posible encontrar felicidad en la adversidad?
15. En la planta 4. De la sombra a la luz
16. ¿Curación emocional?
17. Rehabilitación y terapia ocupacional
18. ¿Qué papel juegan mente y conciencia en la salud?
19. Permisos hospitalarios
20. De los síntomas a la rehabilitación. ¿Qué aporta cada fase?

21.    Hospital de día. La vida sigue
22.    ¡Caramba, las secuelas!
23.    El sueño de la autonomía. Vida en casa y viajes
24.    ¿Y ahora qué?
Referencias bibliográficas
Anexo 1
Anexo 2

       
Gracias, señor

Te doy gracias, Señor,

por acercarme al límite de la vida

y mostrarme el abismo de la muerte

como sombra que llega sigilosa,

como vacío clavado en el vientre,

y alertar que los dones recibidos

no son de propiedad permanente.

Te doy gracias Señor,

porque en tu sabiduría infinita

despertaste la felicidad dormida

al abrir una brecha de esperanza

en la desesperada lucha por la vida,

y al brindar una mejora inesperada

sazonaste el dolor con la alegría.

Te damos gracias, Señor,

porque juntos, familiares y amigos,

hemos creado un campo de energía,

una cadena de pensamientos positivos,

una red de amor, oración y armonía

que fluye con gran fuerza sanadora

restableciendo la salud perdida.

Te damos gracias, Señor,

por regalarnos en cada amanecer

el don más valioso, que es la vida,

y con ella, los movimientos del cuerpo,

el pensamiento, el habla, la vista,…

los sentidos que nos abren al mundo,

el ser con los otros en compañía.

¡Gracias! es palabra de nobleza

de un corazón agradecido,

de un alma que grata reconoce

bienes y favores recibidos;

por eso conviene recordar

que al final de nuestro camino

dejaremos cuanto tenemos

y llevaremos lo que dimos.

Saturnino de la Torre


Presentación

El ictus supone una ruptura biográfica en cualquier persona que haya padecido esta enfermedad. Las alteraciones no se limitan a los déficits sensitivo motores sino que los problemas sensoriales y las alteraciones neuropsicológicas, entre otros, condicionan la vida posterior de los en­fermos que sobreviven a un accidente vásculo-cerebral. A todo ello hay que añadir el impacto psicológico, cambio de rol familiar, alteraciones en la vida de relación y, en la mayor parte de los casos, el no poder vol­ver a trabajar o disfrutar de los hobbies que la persona tenía previamen­te. La familia también sufrirá las consecuencias del ictus, el stress que supone enfrentarse a una situación desconocida, la incertidumbre sobre su recuperación así como el ver que esa persona querida, previamente independiente, ahora necesita de ayuda para sus autocuidados básicos, precisan de un período de duelo y adaptación.

Nada bueno hacía presagiar el diagnóstico de ictus maligno de la ar­teria cerebral media que afectó a Jeannette en septiembre del año 2014. La afectación masiva del territorio irrigado por esta arteria ocasiona sin tratamiento quirúrgico la muerte a 8 de cada 10 pacientes. Aun reali­zándose la intervención, que consiste en la craniectomía descompresi­va, los déficits residuales son muy graves y conllevan la discapacidad y dependencia de otra persona en mayor o menor grado para el resto de la vida del enfermo.

Tras la intervención quirúrgica realizada por el equipo de Neuroci­rugía y su paso por la Unidad de Cuidados Intensivos, Jeannette ingre­só en la Unidad de Rehabilitación Neurológica para proseguir el trata­miento de rehabilitación intensiva de fisioterapia, terapia ocupacional y neuropsicología. La recuperación de los pacientes que han presen­tado un ictus depende fundamentalmente del tipo de lesión y de los déficits asociados pero, para alcanzar su máximo potencial, es preciso que tanto el paciente como la familia se impliquen de forma activa en dicho proceso.


¿Por qué y para quién escribimos este libro?

A veces pensamos que lo que hacemos por los demás es sólo una gota de agua en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.

Madre Teresa

1.

El día más largo y la noche más negra

Vivir la eternidad en vida es como si

la incertidumbre paralizara el reloj del tiempo.

S. de la Torre

Eran las fiestas de la Merced de Barcelona de 2014. Estuvo con noso­tros esos días un sobrino que vino de Madrid. El día 21 de septiembre por la mañana fuimos al Parque de la Ciudadela a disfrutar de las actividades lúdicas y musicales que allí tenían lugar. Por la tarde nos quedamos en casa descansando. Tan solo salimos a dar una vuelta por el barrio. Jenny habló con sus hijos como de costumbre. Cenamos mientras veíamos la TV como otros días. Todo se desarrollaba con normalidad. Nada hacía pensar que al día siguiente nos cambiaría la vida. Pensamos que nuestras vidas son como la puesta y salida de sol. Lo vemos ocultarse y tenemos la cer­teza de que al día siguiente saldrá a la misma hora y por el mismo sitio que el día anterior. Pensamos nuestras vidas a imagen de la naturaleza, regidas por leyes físicas invariables. Pero sabemos que eso no es cierto y que en cualquier momento, un accidente, un cataclismo, un imprevisto o un ictus cambian el rumbo de muchas vidas humanas. Esas cosas les ocu­rren a otros y nos sorprenden; pero no pensamos que nos puede suceder a nosotros o a alguien de nuestro entorno familiar.

Nos fuimos a dormir como si de una puesta de sol se tratara, esperando que el amanecer sería como otros días. Y de hecho me levanté a la hora de siempre y me fui a trabajar al despacho, esperando que Jenny se des­pertara, se duchara y desayunáramos juntos. Era el día 22 de septiembre. A las 9:30h me acerqué al dormitorio y la vi aun descansando. O al menos eso creía. Un rato después llamó su hermana por teléfono preguntando por ella como de costumbre. “Es tu hermana”, le dije; y le pasé el teléfo­no. Pero esa conversación, por lo que ocurrió después, ya no tuvo lugar. Me volví al despacho. Veinte minutos después me acerqué de nuevo a la cama. “Pisci, pisci” repetía para indicar que quería ir al baño. Intenté ayu­darla,  pero se desplomó en la cama sin que pudiera moverla. Se lo hizo en la habitación, junto a la cama.

Me asusté, sin imaginar en ese momento lo que podría ser. Llamé a la ambulancia de DKV, nuestro seguro, explicando la situación. Un cuarto de hora después me llamó el Dr., que se identificó como el médico de guar­dia, preguntando qué le pasaba, si se podía mover y hablar, levantar la mano, etc. Le dije que no, que estaba echada sin poder moverse ni hablar. No lo podía creer. Estaba tardando demasiado en llegar la ambulancia. Mi ansiedad y preocupación iban en aumento. Escuché por primera vez al médico la palabra “ictus”; pero no sabía, por desgracia, el alcance de lo que significaba ni cómo enfrentarlo. Hoy hubiera actuado de otro modo.

Llegó por fin la ambulancia, tras unos 40 minutos después de ser lla­mada. Bajaron a Jenny en una silla y luego la colocaron en la camilla. Les expliqué a los enfermeros nuevamente la situación y al parecer tenían orden de llevarla a la Clínica de Corachan en lugar de hacerlo a un Centro habilitado para ictus, como el Clínico o Vall d’Hebron. Primer y grave error del responsable de DKV. El médico que dio las órdenes sabiendo que po­dría tratarse un ictus muy probablemente incurrió en una negligencia mé­dica, pero en esos momentos lo prioritario era atender a la esposa. Tras un examen que no llegó a una hora, la metieron de nuevo en la ambulancia.

Mi primer temor pasó a preocupación y luego a desconfianza e incer­tidumbre al ver que no era atendida. No sabía qué hacer ni a quién re­clamar en ese momento. Existía en mí una gran confusión y lo único que se me ocurría era hablarle y cogerle la mano para darle ánimos. Oí a los enfermeros de la ambulancia que hablaban por teléfono con los respon­sables de DKV para llevarla al Hospital Clínico o a la Clínica Delfos. Así es como continúa el viacrucis en una segunda estación. Decidieron llevarla a la Clínica Delfos de Barcelona. Segundo error. No resulta fácil imaginar el sufrimiento de la paciente con enorme dolor de cabeza y traqueteando de un lugar a otro. La levantaron, la subieron, la bajaron, la movieron y le realizaron los exámenes para diagnosticar algo que desde el primer ins­tante deberían saber. Y mientras, su cerebro se dañaba por segundos. Las neuronas mueren por miles a cada minuto.

Yo iba en la parte delantera de la ambulancia. Jenny no llegó a perder la conciencia; pero sí la percepción, pues según cuenta, encontraba las barras de sujeción de la ambulancia muy blandas, lo cual le resultaba extraño. En realidad se estaba agarrando a su propio brazo. ¿Qué tipo de profesionales camilleros tenemos que no alertan de este tipo de anoma­lías para diagnosticar la gravedad de la situación? En caso de ictus, cada minuto es importante, afirman los especialistas.

La ingresaron de urgencia en la Clínica Delfos. Eran las 12:30h. Me pre­guntaron a qué hora exacta le vino el ictus y cómo ocurrió. Les expliqué nuevamente todo y que debió ocurrir entre 9:30h y las 10:00h de la maña­na, tras lo que me informaron que había pasado demasiado tiempo, pues las tres primeras horas son claves, y que después se corre un grave riesgo porque las neuronas van muriendo. Le hicieron un TAC craneal e informa­ron de que existía una “lesión isquémica periférica parietal”. La ingresa­ron en la UCI de Delfos y le administraron tPA EV para disolver un trombo en caso de que lo hubiese (Fibrinolisis). Su riesgo es que puede provocar una hemorragia cerebral. Eran las 12:50h aproximadamente. Me comuni­caron que esa prueba podría durar entre una y dos horas, tras lo cual me hicieron firmar un documento que les eximiera de responsabilidad en caso de que muriera la paciente. En ese momento tomé conciencia de la gra­vedad de la situación. No puedo negar que mi miedo fue creciendo. Recé y pedí a Dios que la prueba funcionase, pensando que habría una salida. Aún creo que habrá una salida positiva. Con esa idea fuí a casa a recoger un pijama y cosas de limpieza para ella y para mí, pues comprendí que la estancia se iba a prolongar. Me pidieron que estuviera localizable.

Estando de vuelta me llamaron de la Clínica Delfos. Tenía que ir con urgencia. No me explicaron el porqué, pero comprendí que algo no estaba saliendo bien. Nueva palpitación del corazón. El proceso se está compli­cando, pensé. Una vez en la clínica me informaron de que la prueba no había dado el resultado esperado, que había pasado demasiado tiempo desde que le vino el ictus, que la iban a mandar al Vall d’Hebron para que le pusieran un catéter. Allí no tenían los equipos necesarios para estos casos. ¿Qué tipo de prueba pretendían realizar?, ¿cuál era la situación real para no intervenir allí?, ¿se habían percatado de que la habían llevado demasiado tarde a dicha clínica y no querían asumir las consecuencias?, ¿por qué el responsable de DKV la envió a Delfos sabiendo que no tenían los equipos pertinentes para casos de ictus? Ojalá que un día pueda res­ponder a estas preguntas.

El calvario de Jenny continuó en su cuarta estación, si contamos lo que tardaron en recogerla. Nuevamente a la ambulancia sin que hubiese sido aliviada en su dolor, sin que llevasen a cabo un diagnóstico completo, sin que supiésemos su futuro, y mientas las neuronas iban muriendo por mi­les. Ella se quejaba cada vez más sin que estuviese en mi mano aliviarla, y eso es duro cuando se junta con la incertidumbre. A veces la ignorancia te hace sufrir menos. Aún tenía esperanza de que la situación no fuera trági­ ca. Evidentemente comenzaba a estar atemorizado y estaba solo ante el peligro que se me venía encima. Era yo quien tenía que tomar decisiones sin tiempo para consultar a nadie. De ese modo llamé a su hermana Eu­genia que estaba en Málaga, explicándole que Jenny había sido internada, pero que no lo comentara a sus hijos para no preocuparlos, de momento. Y aún teníamos esperanzas de que no fuera tan grave. No sé si era inge­nuo o una persona esperanzada.

A las 15:00h la derivaron al Hospital del Vall d’Hebron, el más equipado y reconocido para problemas de ictus en Cataluña. Llevaron a cabo una “valoración de tratamiento endovascular de rescate”. Le asignaron un re­servado en urgencias. Más de diez reservados con enfermos y por fuera otras tantas camillas con pacientes, algunos de ellos acompañados por familiares. Creo haber contado en ese lugar y en el pasillo próximo más de veinticuatro escenas de aquejados. Más parecía una amplia plaza rodeada de cuartos cerrados con una cortina. En el lado derecho un mostrador de enfermeras para consultas y servicios. Era deprimente contemplar esa escena de sufrimiento para quien nunca había estado en urgencias médi­cas de un gran hospital. Había tantas historias diferentes como enfermos. Aún tenemos que dar gracias a Dios por estar en un espacio con un poco de intimidad.

Le hicieron nuevas pruebas y le pusieron calmantes. Eso es lo único que recibió desde que salió de casa. Ningún resultado plausible. Yo creí al médico de Delfos cuando me dijo que allí no podrían hacer nada y que en el Vall d’Hebron le pondrían un catéter para ver si había hemorragia o se podía paralizar el proceso. Nada de eso ocurrió. Así terminó un largo día, de hospital en hospital viéndola sufrir sin saber exactamente qué estaba pasando y qué solución habría. Acosado por la angustia, minado interior­mente por la incertidumbre, convirtiéndose las horas en eternidades y tra­tando de darle ánimos. “Amor, verás que pronto terminará todo. Ya están mirando cómo solucionarlo”. Solo quedaba la esperanza.

Y llegó la noche. Desde que la recogimos en la Clínica Delfos, no me aparté un solo instante de su lado. Ninguna información alentadora, nin­guna pista clarificadora. “Que duerma cuanto pueda y mañana con el resultado de las pruebas determinarán que se hace”. Jenny se quejaba constantemente del dolor de cabeza. Más calmantes fue lo único que re­cibió desde que entró en el hospital. Las horas iban pasando muy rápi­damente, acelerando el deterioro neuronal, e increíblemente lentas para quien espera una actuación médica sin que ésta llegue.

La cogí de la mano derecha y le hablé para tratar de calmarla. Cabe­ceaba sobre la camilla en la que estaba estirada. La miraba de vez en cuando, observaba sus gestos, escuchaba su respiración y eso me tran­quilizaba y relajaba. ¡Estaba viva! Ella a ratos dormía, a ratos se quejaba, a ratos me decía que le dolía la cabeza. El cansancio del día y el sedante creo que la fueron calmando, y yo terminé dormitando con sobresaltos, apoyando la cabeza sobre su camilla, pero sin soltarla la mano.

Amor ya falta menos. Pronto amanecerá. Aguanta un poco más. Ve­rás como la cosa no es tan grave…

Eran mis palabras los únicos sedantes que podía administrarle.

¿Has hablado con mi hermana?

Sí, amor, ya la llamé y hablé con ella. Vendrá mañana a las 14h. Iré a recogerla a la estación.

Estaba consciente aunque desubicada en el tiempo.

¿Qué día es? ¿Duermes? Me decía.

No vidi, estoy aquí a tu lado para lo que precises. No me apartaré de tu lado. Te estoy cogiendo la mano, ¿no la sientes?.

           –Sí, la siento con mi mano derecha, pero no siento la izquierda me decía.
. . .

miércoles, 12 de febrero de 2020

Mi Cuaderno de Creatividad y Ciencias Nivel 2 ( para infantil)

Mi Cuaderno de Creatividad y Ciencias 
Nivel 2


Descripción

Para 4 años 
Mi cuaderno de creatividad y ciencias es una serie de 4 libros de diferentes niveles con actividades sorprendentes para fomentar la creatividad de los más pequeños y su pronta inmersión en las ciencias. Cada uno ha sido diseñado teniendo en cuenta la edad, el grado de interés y la capacidad de aprendizaje de las niñas y niños en crecimiento. Estos libros cubren todos los conceptos necesarios para lograr el desarrollo integral durante los primeros años escolares. Los libros se han calificado sistemáticamentepara ayudar a los alumnos/as a progresar paso a paso.
Con esta colección aprenderán a escuchar, hablar, leer y escribir a la vez que:
  • Enriquecen la experiencia del aprendizaje infantil.
  • Consiguen que el aprendizaje sea divertido.
  • Desarrollan la creatividad en el niño o niña.
  • Construyen una base sólida para los próximos años de estudio.

Características

Tamaño: 22,5 x 28 cms
ISBN: 978-84-9700-872-3
Año: 2019 
Páginas: 36





martes, 24 de diciembre de 2019

Mi cuaderno de Creatividad y Ciencias. Nivel 1 (para infantil)

Mi cuaderno de Creatividad y Ciencias 
Nivel 1

http://www.edicionesaljibe.com/novedad/News/show/mi-cuaderno-de-creatividad-y-ciencias-nivel-1-1595

Mi cuaderno de creatividad y ciencias es una serie de 4 libros de diferentes niveles con actividades sorprendentes para fomentar la creatividad de los más pequeños y su pronta inmersión en las ciencias. Cada uno ha sido diseñado teniendo en cuenta la edad, el grado de interés y la capacidad de aprendizaje de las niñas y niños en crecimiento. Estos libros cubren todos los conceptos necesarios para lograr el desarrollo integral durante los primeros años escolares. Los libros se han calificado sistemáticamentepara ayudar a los alumnos/as a progresar paso a paso.
Con esta colección aprenderán a escuchar, hablar, leer y escribir a la vez que:
  • Enriquecen la experiencia del aprendizaje infantil.
  • Consiguen que el aprendizaje sea divertido.
  • Desarrollan la creatividad en el niño o niña.
  • Construyen una base sólida para los próximos años de estudio.

CARACTERÍSTICAS; 
Tamaño: 22,5 x 28 cms
ISBN: 978-84-9700-871-6
Año: 2019 
Páginas: 36
Precio: 8,00€







martes, 3 de diciembre de 2019

Psicología de los Grupos

PSICOLOGÍA DE LOS GRUPOS
Fundamentos teóricos para la práctica e intervención grupal






El grupo no es una opción para el ser humano, es su condición. El proceso de convertirse en persona es una experiencia en la que el grupo ocupa un lugar privilegiado. Este hecho provoca que cualquier profesional dedicado a la psicología y a otras ciencias sociales deba estar interesado en esta disciplina.
La psicología de los grupos ha llevado a cabo un análisis de los procesos y estructuras grupales. Ha tenido como objetivo no sólo un conocimiento teórico, sino también de desarrollo de técnicas grupales para la intervención en los campos aplicados a la psicología. Junto al interés de intentar comprender y conocer la realidad de los fenómenos grupales y junto al interés por la influencia de los grupos en la conformación psicológica de sus miembros, la dimensión práctica también ha sido uno de los principales motores de la praxis de la psicología de los grupos.




Coordinadoras: Jesús M. Canto Ortiz
Editorial: Ediciones Aljibe                  Medidas: 17x 24 cms           No páginas: 330
Encuadernación: Rústica con solapas        PVP: 19,800 € con IVA       ISBN: 978-84-9700-866-2

Este libro va dirigido a:- Estudiantes del Grado de Psicología
- Psicólogos.
- Profesionales de la Psicología Social.¿A QUIÉN VA DIRIGIDO? 

TEMÁTICA/BIC:
- PSICOLOGÍA; PSICOLOGÍA SOCIAL; ENSAYO


ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAP 1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA PSICOLOGÍA DE LOS GRUPOS. EL ESTUDIO DE LOS
GRUPOS EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Introducción
La tradición grupal
La tradición individualista
La tradición interaccionista
La dinámica de grupos
La psicología de los grupos en la década de los 50 del siglo XX
La psicología de los grupos desde la década de los 60 del siglo XX hasta la crisis de la psicología social
La psicología de los grupos en los años 80 del siglo XX
La psicología social europea y su influencia en la psicología de los grupos
Algunas notas sobre la psicología de los grupos en las últimas décadas
A modo de conclusión
Lecturas recomendadas

Enlaces de interés

CAP 2. DEFINICIÓN Y TIPOS DE GRUPOS
Introducción
Definición de grupo
El grupo como sistema abierto
Concepto de entitatividad
Tipos de grupos
Entorno personal del grupo
A modo de conclusión
Lecturas recomendadas

Enlaces de interés

CAP 3. FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL GRUPO
Introducción
Sociabilidad, afiliación y grupos
Funciones de los grupos
La formación del grupo
El desarrollo del grupo
El final del grupo
El proceso de socialización grupal
Cohesión grupal
A modo de conclusión
Lecturas recomendadas

Enlaces de interés

CAP 4. LA ESTRUCTURA DEL GRUPO
Introducción. Elementos de la estructura grupal
Las normas sociales
Los roles
El estatus social
Comunicación grupal
A modo de conclusión
Lecturas recomendadas
Enlaces de interés

CAP 5. EL LIDERAZGO EN LOS GRUPOS
Definición de liderazgo
Liderazgo, influencia social y poder
Tipos de líderes y función del liderazgo
Enfoques teóricos en el estudio del liderazgo
Coliderazgo
A modo de conclusión
Lecturas recomendadas
Enlaces de interés

CAP 6. INFLUENCIA SOCIAL EN LOS GRUPOS
Definición de influencia social
Definición de normalización
Definición de conformidad
Definición de obediencia
Definición de innovación
Los niveles de influencia social y modelos teóricos
La influencia social desde la teoría de la categorización del yo
Los principios psicológicos responsables de la complacencia
La persuasión coercitiva en las sectas destructivas
A modo de conclusión
Lecturas recomendadas
Enlaces de interés

CAP 7. TOMA DE DECISIÓN EN GRUPO
Introducción: Decisiones individuales y grupales
Decisiones normativas, decisiones arriesgadas. Antecedentes de la polarización
Polarización grupal
Teorías explicativas de la polarización grupal
El pensamiento de grupo
Técnicas para mejorar la toma de decisión grupal
A modo de conclusión
Lecturas recomendadas
Enlaces de interés

CAP 8. PRODUCTIVAD Y RENDIMIENTO GRUPAL
Introducción
Facilitación social
Teorías explicativas de la facilitación social
El rendimiento en los grupos interactivos
La creatividad de los grupos
Trabajo en equipo
A modo de conclusión
Lecturas recomendadas
Enlaces de interés

CAP 9. RELACIONES INTERGRUPALES
Definición
Enfoques individualistas
Perspectiva intergrupal
Las emociones intergrupales
Procedimientos para eliminar el prejuicio
A modo de conclusión
Lecturas recomendadas

Enlaces de interés

INTRODUCCIÓN

La naturaleza social del ser humano se constata en un hecho visible y constante: es un ser eminentemente grupal. El grupo no es una opción para el ser humano, es su condición. La mayor parte del tiempo las personas lo pasan en grupos; los acontecimientos más importantes de sus vidas suceden en grupos; su propia psicología es conformada a través de los grupos de los que forma parte. Además, la sociedad tiene a los grupos como principales agentes de socialización, como lugar idóneo para la influencia social que refleja un contexto histórico y cultural determinado. No se entiende al ser humano si no se presta atención a los grupos de los que ha formado parte. El proceso de convertirse en persona es una experiencia social en la que el grupo ocupa un lugar privilegiado; a través del grupo la sociedad se filtra y la mente se conforma.

La psicología de los grupos, como rama de la psicología social, ha llevado a cabo un exhaustivo análisis de los procesos grupales, así como de los elementos de la estructura grupal. Ha tenido como objetivo no sólo un conocimiento teórico de la realidad grupal, sino también ha pretendido desarrollar técnicas grupales para la intervención grupal en cualquiera de los campos aplicados de la psicología y de otras disciplinas. Junto al interés de intentar comprender y conocer la realidad de los fenómenos grupales y junto al interés por la influencia de los grupos en la conformación psicológica de sus miembros, la dimensión práctica también ha sido uno de los principales motores de la praxis de la psicología de los grupos. No es posible una adecuada intervención grupal desconociendo los fundamentos psicosociales de los grupos: los elementos de su estructura y sus procesos.

El manual que el lector/a tiene entre sus manos parte de una visión positiva de los grupos, sin que ello suponga negar los efectos negativos que en ocasiones provocan. En numerosas ocasiones, la realidad grupal mostrada en muchos de los manuales de la disciplina ha enfatizado enormemente los efectos negativos grupales, mostrándose como casi únicos, inevitables y consustanciales a los grupos. Se quedaron con una parte olvidándose del todo. Mostraban al grupo como elemento que obstruye y contamina la individualidad de las personas, mostraban la tendencia a la obediencia y conformidad automática y ciega en contextos grupales, el deterioro de la calidad de las decisiones y del rendimiento grupales y al grupo como contexto idóneo para la ejecución de conductas agresivas e irracionales provocadas por el anonimato. Se mostraban las relaciones intergrupales como relaciones inevitablemente conflictivas, sin que se resaltara la cooperación intra e intergrupal. La deriva negativa de la realidad grupal queda plasmada aún en la actualidad, por ejemplo, en la aparición de teorías inspiradas en ciertos planteamientos evolucionistas (como es la teoría de la dominancia social; Sidanuis y Pratto, 1999) que sustentan teóricamente la naturaleza jerárquica de las relaciones intergrupales, negando la posibilidad del cambio y transformación social (véase Elcheroth y Reicher, 2017).

Esta visión negativa ha provocado que tras afirmar y recalcar, en un primer lugar, la naturaleza social del ser humano, muchos psicólogos dedicados a los grupos hayan prestado una atención superlativa a los efectos negativos de los mismos, olvidando el importante papel adaptativo que los grupos han desempeñado en la evolución de los seres humanos como especie y los efectos positivos en muchos casos de los mismos. Los grupos satisfacen importantes necesidades psicosociales, posibilitan la supervivencia y constituyen el marco esencial en la que la vida transcurre.

Comprender y explicar la realidad de los grupos humanos es esencial para entender y explicar la conducta social de los mismos. Como afirmaba Asch (1952), el proceso de convertirse en persona es fruto de la influencia recíproca, de las acciones interrelacionadas de unas personas con otras que son posibles en condiciones de vida en grupo. Una de las necesidades psicosociales más básicas consiste en tratar de satisfacer la necesidad de pertenencia (necesidad que tienen las personas de llegar a ser miembros de grupos con intereses y metas similares a ellos y llegar a mantener relaciones íntimas dentro de ellos). Poseer relaciones sociales de calidad constituye un predictor de un nivel elevado de salud mental y física. Por eso la necesidad de compañía es selectiva. Además, las personas se agrupan para así conseguir metas u objetivos que sería imposibles o mucho más complicados de obtener de forma individual.

No es posible conocer la naturaleza humana sin conocer la realidad grupal. No es posible desarrollar un enfoque coherente del ser humano sin conocer las respuestas a los interrogantes relacionados con los grupos. Como todo grupo posee su propia dinámica y como el comportamiento de los individuos y el funcionamiento de la sociedad depende en gran medida de los grupos, se convierte en exigencia perentoria el análisis de los procesos grupales y la elaboración de técnicas y procedimientos para intervenir en grupos y con grupos. El individuo es bastante incomprensible si lo separamos de los grupos de los que forma parte, del mismo modo que no se puede comprender el grupo si queda separado de los individuos que lo componen y del contexto histórico-cultural en el que tiene lugar. De hecho, el grupo debe ser considerado como un mecanismo intermedio entre el individuo y la sociedad. Ese es uno de los motivos por el que cualquier ciencia social que ignore o rechace el estudio de los grupos es poco probable que pueda ser útil en la inmensa mayoría de las áreas de la conducta social.
Jesús M. Canto Ortiz
Catedrático de Psicología Social

CAP 1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA PSICOLOGÍA DE LOS GRUPOS. EL ESTUDIO DE LOS
GRUPOS EN PSICOLOGÍA SOCIAL
INTRODUCCIÓN
Los grupos constituyen una de las áreas más importantes de la psicología social. Tal es así que dentro de la psicología social hay una rama específica, la psicología de los grupos, dedicada a este campo (González, 1997; Canto, 1998; Gil y Alcover, 1999; Sánchez, 2002; Huici y Morales, 2004; Blanco, Caballero y de la Corte, 2005; González, 2005; Muñoz, 2009; Martínez y Paterna, 2010, Marín y Troyano, 2012; Molero, Lois, García-Ael y Gómez, 2017; etc.). La literatura sobre los grupos es muy amplia debido al interés que suscita no sólo en la psicología social, sino en otras ciencias sociales como la sociología, la antropología, la psicología de las organizaciones, etc. (Forsyth, 2006). Sin embargo, como señala Wheelan (2005), las principales contribuciones al área de los grupos provienen de la psicología social y de la psicoterapia de grupos, ubicándose las mismas mayoritariamente en el ámbito de la psicología social.

Los grupos han ocupado un lugar preferente en la psicología social desde su constitución (Levine y Moreland, 2012). Ross, Lepper y Ward (2010) identificaron a los procesos grupales (intra e intergrupales) como el principal área de la psicología social y a la influencia grupal como el tema principal de la disciplina (véase Cuadro 1 en lo relativo a la investigación de los procesos y fenómenos intragrupales desde 1900 hasta el 2003).

La psicología social a principios de siglo XX nació intentando resolver el problema teórico del individuo, del grupo y de la sociedad. Se trataba de resolver si el comportamiento del grupo implicaba procesos psicológicos y sociales irreductibles a las propiedades de los individuos, o si, por el contrario, los procesos eran exclusivamente individuales. La cuestión planteada tenía que ver con la propia definición de la psicología social y se convirtió en la controversia central de esta disciplina. En un principio, se llegó a identificar la psicología social con la psicología de los grupos, ya que los primeros psicólogos sociales trataban casi con exclusividad de la relación individuo-grupo. No era fácil, pues, la distinción entre la psicología social y la psicología de los grupos, ya que lo grupal era percibido y tratado como un requisito indispensable para una psicología auténticamente social. De hecho, como se constata en los diez primeros años de publicación del Annual Review of Psychology (1950-1960), los capítulos que trataban sobre psicología social tenían el título “Social psychology and group processes”. La importancia de la psicología de los grupos para la psicología social quedó reflejada por Hogg y Moreland (1993) en el siguiente párrafo: «Casi cualquier fenómeno que estudia la psicología social (auto-percepción, formación y cambio de actitud, atracción interpersonal, influencia social, conformidad y desviación, prejuicio, etc.) sucede en el contexto de grupos pequeños. El grupo pequeño es, por tanto, muy importante para la psicología social. Los investigadores que estudian los procesos sociales en contextos abstractos, donde los efectos de los elementos del grupo son debilitados o ignorados, corren el riesgo de no entender cómo operan esos procesos realmente. Por contra, los investigadores que tienen en cuenta el papel que los elementos del grupo juegan en los procesos sociales a menudo enriquecen su trabajo y obtienen descubrimientos valiosos en esos procesos» (p. 107).

La psicología de los grupos constituye, pues, uno de los principales ejes sobre los que se articula la psicología social. Y ello se constata de forma clara en los principales manuales de la disciplina (Fiske, Gilbert y Lindzey, 2010), incluido manuales en castellano (Moya y Rodríguez- Bailón, 2011; Sabucedo y Morales, 2015). Siendo una de sus áreas preferidas, la psicología social no ha de identificarse con la psicología de los grupos y ello por diversas razones (Morales, 1987): en un primer lugar, porque la temática de la psicología social es más amplia y, en segundo lugar, porque no toda investigación grupal es un estudio psicosocial de forma automática. Para ello, ha de ser concebido a partir del enfoque psicosocial gráficamente expresado por Newcomb (1950) cuando sostenía que para que una afirmación sea psicosocial tiene que referirse, a la vez, al individuo y a la sociedad.

Los grupos son un elemento central en la vida de los seres humanos. La inmensa mayoría de los seres humanos forman parte de numerosos grupos. El grupo ha sido a lo largo de la historia de nuestra especie un amortiguador de las demandas del medio físico y entre sus miembros ha existido una interdependencia no optativa sino necesaria. Los grupos constituyen un fenómeno universal en el sentido de ser transhistóricos y transculturales (Stangor, 2004). Comprender y explicar la realidad de los grupos es esencial para entender y explicar la conducta humana. De hecho, no se puede entender con precisión la conducta de cualquier individuo sin atender a su contexto grupal (Mead, 1934).

Son muchas las teorías que existen para dar cuenta de la realidad grupal (González, 1995). En las páginas que siguen se tratarán de vislumbrar las concepciones del grupo que se han dado a lo largo de la historia de la psicología de los grupos. La cuestión consistió en mantener científicamente la realidad psicológica del grupo, superando tanto la falacia de la mente grupal como la reducción de los fenómenos grupales a simples procesos propios de la psicología general sin más. El problema característico de la psicología social ha sido responder de qué forma la interacción social (que tiene lugar en contextos grupales y sociales) posibilita la interacción recíproca entre el individuo y la sociedad, la interacción entre los procesos psicológicos y los procesos sociales (Asch, 1952). Los individuos, como producto social, se adaptan a las normas, se integran en el medio social y en las regulaciones sociales, del mismo modo que participan en la creación de las normas y las creencias, ejerciendo su influencia y modificando los contextos y las relaciones sociales. La socialización que transcurre a través del tiempo supone, además, que los grupos son productos de los individuos socializados. El grupo es uno de los sistemas más importantes con los que cuenta la sociedad para inscribirse en los individuos, del mismo modo que pueden utilizar los individuos a los grupos para inscribirse en la sociedad. El grupo, como construcción activa de individuos sociales en interacción, da lugar a la producción de significados cognitivos y simbólicos, como también posibilita la construcción de la identidad social, las relaciones intragrupales e intergrupales y los elementos de la estructura grupal, así como el conjunto de sus procesos.

LA TRADICIÓN GRUPAL
Desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el estudio de los grupos por la psicología social supuso el desarrollo de esta disciplina como ciencia y el estudio de los principales problemas de la sociedad occidental. Durante esas fechas, los grupos fueron objeto de análisis teóricos que subrayaban su función en la relación individuo-sociedad. Fiel reflejo de toda una época, la psicología de los grupos primigenia llegó hasta nuestros ojos como una clara continuación de lo que habían sido las concepciones más opuestas al individualismo y más proclives al predominio absoluto de lo grupal, social, colectivo o comunitario sobre lo individual. Hablar de la tradición grupal nos lleva a Durkheim, Ross, Le Bon, Wundt, McDougall y Tarde (Blanco, 1988).

La sociedad feudal dio paso a una sociedad burguesa. La Revolución Francesa y la Revolución Industrial resquebrajaron el “viejo orden”. La burguesía, dueña del poder político y del poder económico, temió el surgimiento de las masas obreras que vivían hacinadas en los suburbios de las grandes ciudades. El individuo y la masa son situados frente a frente. La tranquilidad del “viejo orden” ha de dejar paso a frecuentes turbulencias características de una nueva época. El cambio de la sociedad no parece tener fin en cuanto que el movimiento social que ha generado toma conciencia de su capacidad de dirigir el cambio social en una u otra dirección. La movilidad social que posibilita el capitalismo reflejaba un individualismo contra el que se opuso buena parte de las ciencias sociales, que tiene su reflejo en el pensamiento psicosocial.

Sobre lo individual (Blanco, 1988). El interés de esta psicología no estribaba en el análisis de los individuos en cuanto tales, sino en el estudio del individuo y su mente en tanto que miembro de un pueblo (volk), con sus propias leyes, su propia alma, su propia psique. Como lo expresa Rodríguez (1990), para Wundt, en representación de la psicología de los pueblos: «Los fenómenos colectivos no sólo no dependen, sino que anteceden a la conciencia de cada uno de los individuos que comparten la comunidad y, por tanto, no podrían nunca ser reducidos ni explicados en términos de conciencia individual (Durkheim adoptaría esta posición de Wundt)» (p. 14).

Ante el imperio de las masas, la nostalgia de los grupos pequeños queda patente, entre otros, en la obra de Tönnies Gemeinschaft und Gesellschaft (Comunidad y Sociedad, versión española de 1979). La antigua comunidad, surgida de la voluntad natural, mantenía el equilibrio para el desarrollo del individuo, que quedaba integrado e identificado en las distintas asociaciones (siendo la familia el grupo prototípico); mientras que en la sociedad postindustrial las formas de grupalidad que surgen son artificiales y los individuos pierden su propia identidad, sintiéndose solos, aislados y desarraigados. La comunidad representa los valores; las relaciones comunitarias son personales, familiares y los seres humanos son tratados como fin en sí mismos. Por contra, la sociedad (o asociación) representa las estrategias, la voluntad racional y los medios instrumentales para conseguir un fin que conduzca al progreso. En la obra de Tönnies, como en Durkheim y en Simmel, se reaccionó contra el individualismo como forma de explicación de los hechos sociales y se proclamaba el carácter social de la naturaleza humana. Según Durkheim (1898), «si comenzamos con el individuo, no seremos capaces de entender nada de lo que ocurre en el grupo» (p. 104).

La primera referencia al concepto de grupo en la sociología alemana fue de Ludwig Gumplowicz en 1885 (Grundriss der Soziologie), según afirma Schäfers (1984). La teoría de Gumplowicz sobre los grupos no fue asumida por la sociología alemana, ya que su concepto de grupo se oponía a las teorías individualistas y organicistas predominantes en la época y a la teoría marxista de clases. El grupo, como parte esencial de la sociedad, se relacionaba más con la concepción anarquista de la sociedad. Ignorado este matiz ideológico, el grupo pudo ser integrado en el concepto de comunidad de Tönnies.

La psicología de los pueblos no tardó mucho tiempo en dejar paso a la psicología de las masas, que surgió como reacción política a acontecimientos sociales que tenían lugar a finales del siglo XIX y principios del XX (Moscovici, 1985). En Italia con Cattaneo (Psicologia delle Menti Associate), Sighele (La folla delinquente) y Orano (Psicologia Sociale); en Francia con LeBon (1895) y Tarde (1890); en Austria con Freud (1921); en España con Ortega y Gasset (1937: La rebelión de las masas); esto es, en buena parte de Europa Occidental las reflexiones y descripciones sobre el papel de las masas y de las multitudes son comunes en esa época y reflejan las inquietudes y preocupaciones sociopolíticas de importantes pensadores psicosociales. La influencia de Le Bon sobre los líderes fascistas e incluso sobre algún que otro presidente de EE.UU. fue un hecho notable y ampliamente documentado; así como Orano fue uno de los fundadores del fascismo en Italia. La psicología de las masas, desde sus orígenes, fue una psicología política que se defendía de las masas y de los movimientos sociales, considerados como patológicos, en busca de un orden social ya perdido por la nueva época que acompañaba el fin del siglo y el inicio del siglo XX. Es más, constituyó un reflejo político que recurrió al lenguaje de las ciencias sociales para desprestigiar al movimiento obrero.

LeBon (1895) fue uno de los pioneros más sobresalientes de la psicología de las masas, aunque no fue de los más originales al plagiar parte de las ideas que exponía como propias. Milgram y Toch (1969) recogen las quejas de Sighele sobre la apropiación de sus ideas por LeBon y enumeran la aparición de numerosas obras sobre la temática de las masas a finales de XIX y principios del siglo XX. La relación de LeBon con la psicología de los grupos se aprecia a partir de su concepción de las masas, que se dan básicamente con la unión de más de dos individuos. Una manifestación obrera puede ser concebida como una masa, del mismo modo que un parlamento, un partido político, un grupo social, una reunión de amigos, etc. La obra de LeBon (1895) trataba de las diferencias psicológicas entre el individuo y el grupo, llegando a plantear la cuestión esencial en la sociedad de masas en la que vivimos: el problema de la individualidad (Moscovici, 1985). Su interés y los conceptos teóricos empleados se ubicaban de forma plena en la temática psicosocial.

Para LeBon (1895), lo que define a la masa o a un grupo no es la proximidad física de sus miembros, sino la ley de unidad mental por la cual las personas que constituyen una muchedumbre o un grupo hacen surgir una mente colectiva. Así, de esta forma, la psicología de las masas es cualitativamente diferente de la de los miembros que la forman. Las características que poseen las masas son nuevas y diferentes de las de cada uno de sus miembros. La personalidad individual desaparece, aflora el inconsciente dirigido por los instintos, se regresa a un estado primitivo, reflejando la mente colectiva las cualidades compartidas e inconscientes de la supuesta “raza”. La racionalidad individual humana queda diluida en una mente colectiva irracional, impulsiva, acrítica, intelectualmente inferior, que razona mediante imágenes, etc. Las masas −y también los grupos− para LeBon son peligrosas, depravadas e impulsivas. Los mecanismos por los que las mentes individuales pueden constituirse en una mente colectiva supraindividual son los siguientes:


- La desindividuación. El anonimato en la masa y la sensación de poder invencible que se derivan de la pertenencia a la masa, llevan a la difusión de los sentimientos de responsabilidad y a la pérdida de identidad personal. El estado de desindividuación se caracteriza por una disminución de la autoevaluación, consistente en un bloqueo de la capacidad introspectiva y de autocrítica, y por la escasa preocupación hacia la evaluación social. Consecuentemente desaparecen los mecanismos inhibitorios, como la culpa, la vergüenza, etc.

- El contagio. Que opera en las masas del mismo modo que en las enfermedades infecciosas. El contagio mental hace que las acciones y emociones se difundan a través de la masa mediante una forma de imitación mutua.

- La sugestión constituye el fundamento del contagio, por el cual se acepta la influencia sobre bases irracionales a causa de algún tipo de lazo emocional que se produce al estar la masa en un estado hipnótico. Este estado explica la sugestionabilidad de los individuos en la masa y la influencia del líder sobre ellos.