Bloque I: propuestas desde la práctica; la Interacción profesorado-alumnado; interacción entre iguales; la disponibilidad de los alumnos hacia las tareas de clase.
Bloque II: referentes teóricos; la diversidad del alumnado y la educación inclusiva; el ambiente en el aula y el enfoque de la educación inclusiva; cómo localizamos las prácticas educativas analizadas. Anexo: registros narrativos de las observaciones de aula: Ciencias Sociales, Geografía e Historia en 3º B y 4º B.
Bloque II: referentes teóricos; la diversidad del alumnado y la educación inclusiva; el ambiente en el aula y el enfoque de la educación inclusiva; cómo localizamos las prácticas educativas analizadas. Anexo: registros narrativos de las observaciones de aula: Ciencias Sociales, Geografía e Historia en 3º B y 4º B.
Autora: Rosa Marchena Gómez Comprar
ISBN: 84-9700-253-9 Tamaño: 17x24cms Páginas: 216
ÍNDICE
PRÓLOGO.
Carmen García Pastor
INTRODUCCIÓN
BLOQUE
I: PROPUESTAS DESDE LA PRÁCTICA
CAPÍTULO
I: LA INTERACCIÓN PROFESORADO-ALUMNADO
1. Localización de
prácticas de interacción inclusiva entre profesor y alumno1.1. Personalización de la relación
1.2. Humor Compartido
1.3. Flexibilidad en los acuerdos
1.4. Valoración de los estudiantes
2. Prácticas de interacción profesor-alumno no inclusivas
2.1. Antagonismo y Tensión Encubierta
2.1.1. Establecer contratos sociales que expliciten las normas
2.1.2. Los conflictos en el aula o el olvido
de determinados procesos
2.2. Episodios de velocidad
2.3. Omisión de respuestas
2.4. Favoritismo a determinados alumnos
2.5. Descrédito hacia el alumnado
CAPÍTULO
II: INTERACCIÓN ENTRE IGUALES
1. La interacción
entre iguales desde la educación inclusiva
1.1. Aceptación de los compañeros
1.2. Intervención Conjunta
1.3. Deseos de afiliación
2. Prácticas de
interacción entre iguales no inclusivas
2.1. La fricción entre los alumnos
2.2. La competitividad entre compañeros
CAPÍTULO
III: LA DISPONIBILIDAD DE LOS ALUMNOS HACIA LAS TAREAS DE CLASE
1. Instantes de
satisfacción acordes a la educación inclusiva
1.1. La implicación como evidencia de
satisfacción en el aula
1.2. ¿Qué ocurría en las clases en donde había
agrado y entusiasmo?
2. La dificultad en
las tareas: un obstáculo para responder a la diversidad
2.1. Buscando causas que expliquen la
dificultad del alumnado
2.2. Cuando los alumnos desconectan de las tareas
2.3. El formalismo ¿la alternativa a la
desorganización?
BLOQUE
II: REFERENTES TEÓRICOS
CAPÍTULO IV: LA DIVERSIDAD DEL
ALUMNADO Y LA EDUCACIÓN INCLUSIVA
1. Qué debemos
entender por diversidad
2. Viabilidad del
discurso o los límites de un sueño pedagógico
3. Implicaciones
educativas
4. Las causas del
rechazo: “mientras haces todo eso el resto monta follón, se levanta y te ponen
de los nervios”
5. Avanzando hacia
la educación inclusiva
CAPÍTULO
V: EL AMBIENTE EN EL AULA Y EL ENFOQUE DE LA EDUCACIÓN INCLUSIVA
1. La imprecisión
del concepto y la supeditación a diversos factores
2. Hacia un
significado asociado y unos elementos configuradores
2.1. La interacción profesorado-alumnado
2.1.1. Diferentes estilos de interacción
profesorado-alumnado
2.1.2. Estableciendo las condiciones de una
interacción inclusiva y de calidad
2.2. La interacción entre iguales
2.2.1. Estructuras de participación en el
aula
2.3. La disponibilidad de los estudiantes
2.3.1. La disponibilidad de los estudiantes
y la subordinación a los procesos didácticos
2.3.2. Las tareas y la disponibilidad de los
estudiantes en una clase inclusiva
CAPÍTULO
VI: CÓMO LOCALIZAMOS LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS ANALIZADAS
1. Los objetivos
que nos propusimos
2. La teoría que
condicionó nuestra metodología
3. El estudio de
casos múltiples como estrategia de diseño
2.1. Cómo seleccionamos los Institutos
2.2. Cómo seleccionamos las aulas
4. Los
procedimientos para recoger la información
4.1. Cómo se realizaron las observaciones de
las aulas
5. El análisis de
la información y la necesaria triangulación
ANEXO:
REGISTROS NARRATIVOS DE LAS OBSERVACIONES DE
AULA: CIENCIAS
SOCIALES, GEOGRAFÍA E HISTORIA EN 3º B Y 4º B
BIBLIOGRAFÍA
INTRODUCCIÓN
Este libro se ha
escrito, fundamentalmente, con la intención de demostrar a los profesores de Educación
Secundaria que sus propias prácticas y experiencias constituyen una rica base
de conocimientos para avanzar en la mejora de sus clases y responder a la
diversidad desde este espacio educativo. La razón que nos lleva a hacer esta
afirmación reside en el hecho de que casi todo el contenido de este trabajo
está basado en la observación de las prácticas de aula de varios profesores de
Secundaria.
Asistiendo a sus
clases, conectando con ellos y sumergiéndonos en la vida diaria de sus centros
durante un curso escolar –tras aplicar las oportunas estrategias de
investigación científica– pudimos obtener unos hallazgos interesantes. Entre
estos, el ambiente que
existía en esas aulas fue una de las dimensiones sobre la que obtuvimos una mayor
cantidad de información. Y apoyándonos en los rasgos que definieron ese aspecto
del aula, es precisamente desde donde hemos partido para elaborar esta
publicación. En consecuencia, el lector va a encontrar en estas páginas una
serie de propuestas para mejorar sus clases –y más concretamente, su ambiente– que
toman como punto de partida la realidad, lo que los profesores hacen día a día.
Y todas esas propuestas confluyen en un mismo objetivo: que
desde las aulas se responda adecuadamente a la diversidad de los alumnos
y alumnas.
El hecho de partir
de la compleja estructura de variables interdependientes que conforman la vida
en el aula ha sido para nosotros prioritario ya que mantenemos que, sin el
conocimiento de las prácticas cotidianas del docente, es difícil proporcionar
pauta alguna de intervención. Decía Hargreaves (1996) que ningún grupo de
expertos ni de políticos puede disponer que el profesorado cambie sumanera de
dar las clases, sin tener en cuenta antes sus deseos de cambio con respecto a
la práctica, e incluso, más importante que eso, sus deseos de conservar aquella
práctica que valoran o que parezca efectiva. O lo que es lo mismo, el profesor
es un agente activo, no pasivo ante cualquier deseo de innovación que planee
sobre sus aulas. Si desconocemos lo que ocurre en este espacio educativo,
difícilmente podremos comprender la orientación que ellos quieran dar a sus
cambios. Tal como lo expresa García Pastor (1998a), la educación es ante todo
una actividad práctica, sus problemas son prácticos y, por tanto, no pueden
resolverse con hallazgos teóricos.
Conforme
avancemosen la lectura de este libro, observaremos que todas las propuestas que
vamos formulando van siempre dirigidas al grupo clase en su conjunto y, más
concretamente, como ya hemos comentado, a la mejora del ambiente que se respira
en las aulas, con la finalidad, permanentemente, de responder a la amplia diversidad
que define al alumnado de estos cursos. Este enfoque deja entrever que estamos
partiendo de una concepción diferente a lo que muchos profesionales mantienen
sobre lo que supone educar con la diversidad. Las argumentaciones que vamos
refiriendo quedan anexadas a una corriente educativa de carácter internacional
denominada educación inclusiva. Aunque
en el desarrollo de uno de los capítulos desentrañamos el significado de este
enfoque, sí podemos adelantar que no vamos a hallar entre las páginas de este
trabajo un listado de actuaciones didácticas destinadas a determinados alumnos
en función de sus características personales.
Lejos de esos
planteamientos, defendemos que responder a la diversidad nunca debe consistir
en planificar medidas diferentes desde el aula teniendo en cuenta a los alumnos
aisladamente ya que las dificultades de aprendizaje que presentan nuestros
alumnos y alumnas no suelen ser independientes de lo que sucede en el contexto
global de una clase. Para responder a la diversidad hay que revisar y renovar
la totalidad de las prácticas educativas y no solo lo que se hace con un chico
o chica individualmente. Por tanto, como diría Ainscow (1999, 2001a, 2001b, 2001c),
la educación inclusiva hay
que considerarla como sinónimo de la mejora de la escolaridad. En coherencia
con esta tesitura hemos decidido titular este libro Mejorar
el ambiente en las clases de Secundaria. Creemos que esta
expresión encierra la intención que deseamos transmitir.
En cuanto a la
decisión de centrarnos en el ambiente del
aula, además de por haber sido el factor que ha acumulado mayor cantidad de
hallazgos analizados, ha venido dada por una de las principales singularidades
que posee este concepto. Tal como explicaremos en posteriores capítulos, el
ambiente es una realidad intensamente subordinada a los muchos acontecimientos
que perviven en el aula. Según sean los objetivos y contenidos que queramos
enseñar, las tareas que les propongamos a los estudiantes, las relaciones que
estos mantengan, la manera con que se comunique el profesor con esos alumnos, etc.,
el ambiente surgirá bajo unas u otras características. Por tanto, en la medida
en que tratemos de controlar este concepto, estaremos a la vez controlando una
amplia variedad de dimensiones influyentes en los procesos didácticos que se
desarrollan en el aula.
Estamos
convencidos, por tanto, que si favorecemos el ambiente de un aula, estaremos avanzando
de manera adecuada en lo que supone enseñar con la diversidad del estudiantado.
Aunque es verdad que este punto de mejora – el ambiente– no es el único camino
que nos llevará a tal fin.
En un aula existen
otras tantas variables contextuales que están decidiendo simultáneamente que
nos alejemos más o menos de la intención que compartimos. Mantenemos el
compromiso de que en posteriores publicaciones podamos abordar esos otros
tantos aspectos. Con los argumentos que estamos planteando es obvio pensar que,
este libro, va dirigido, fundamentalmente a los profesores y profesoras que
imparten clase a estudiantes entre 12 y 16 años en un sistema obligatorio de
enseñanza. Aunque es verdad que los orientadores de los Institutos o todos
aquellos profesionales que ejerzan sus tareas en el campo de la formación del
profesorado, podrán encontrar también, entre estas líneas, diversos recursos
que le ayudarán un poco en su labor. El desarrollo profesional de un profesor
de la etapa Secundaria no siempre discurre por un espacio sin obstáculos, por
lo que su formación exige un esmerado diseño y planteamiento basado, sobre
todo, en la práctica de la reflexión.
Cuando nosotros
comenzamos ese trabajo de investigación en el que hemos apoyado esta publicación,
percibimos a una mayoría de docentes poco entusiasmados y nada satisfechos con los
cambios que en ese curso la LOGSE (Ley Orgánica General del Sistema
Educativo) les iba imponiendo. Llegamos, incluso, a aislar
expresiones tan concluyentes como éstas: Sales
de aquí hecho polvo, ves que los resultados no funcionan,
sales quemado. Luego oyes en la peluquería, en
la calle, que los profesores no sirven, no saben hacerlo.
Sólo dicen “sueldo y vacaciones”. Si yo consigo una
empresa con el mismo sueldo y un mes de vacaciones,
me voy. Allí si me equivoco sólo aguanto al jefe. Aquí
aguanto a 30 alumnos, a la sociedad y a los padres...
Este tono
derrotista se acentuaba cuando el profesorado refería la necesidad de responder
a la diversidad de su alumnado. No fue difícil recoger mensajes explicando que
atender a la diversidad era algo que no entendían o que atender
a la diversidad es muy difícil, quien
lo inventó no lo practicó. Incluso algunos llegaban a decir que eso
es una teoría que luego no es posible llevar a la práctica.
Hallamos también
que, a pesar de tener estas concepciones, eran muchos los profesores que, en
principio, estaban a favor de la filosofía desprendida del principio de
diversidad pero al percibir antagonismo entre lo que se espera y las
limitaciones que la realidad le impone, según ellos, falta de recursos,
ausencia de implicación de la familia y la sociedad y no preparación adecuada,
incorporaban posturas contrarias. Por otro lado, identificaban el responder a
la diversidad con la planificación de medidas organizativas basadas en la
creación de grupos paralelos y con recurrir a profesores adicionales
especialistas, olvidando que lo realmente importante para responder a la
diversidad comienza cuando el profesor cierra la puerta y coge una tiza en la
mano.
Todos estos
comentarios nos confirmaron la idea de que el principio de comprensividad y diversidad
que se comenzó a poner en práctica en los Institutos, a finales de los años
noventa, había traído toda una serie de intensos cambios curriculares y
organizativos que, aún a estas alturas, el profesorado de la ESO permanece sin
la debida formación y recursos para desarrollarlos. Es como si se hubiesen olvidado
–la administración y los legisladores– que cuando dejamos de separar a los
alumnos y hacemos una escuela para todos, surgen problemas nuevos en la enseñanza
que no se pueden resolver con las mismas estructuras mentales y didácticas que
poseen los profesores cuando al instituto solo acudía un minoritario grupo
de estudiantes.
Estas reflexiones son las que nos hacen comprender la intensa inclinación
crítica de muchos profesores de Secundaria y nos llevan a pensar que la
orientación de estos comentarios no puede ser fruto de un deseo de evadir
responsabilidades profesionales. Por otro lado, en coincidencia con los muchos
autores que han centrado su estudio en el desarrollo profesional del docente,
no hay que olvidar que siempre hay que tomar muy en serio las perspectivas y
percepciones que los profesores planteen.
Teniendo en cuenta
todo este contenido dialéctico en torno al docente de Secundaria, fue como
nació el mayor incentivo para escribir esta publicación. Creemos que proponer
alternativas que le permitan trabajar en el aula con un grupo heterogéneo de
estudiantes partiendo de su propia realidad es, quizá, una de sus mayores
necesidades de formación.
Para alcanzar el
propósito –quizá ambicioso– que persigue esta publicación, hemos estructurado
su contenido bajo una perspectiva muy concreta. Por lo pronto, está dividido en
dos grandes bloques que
son complementarios pero no subordinados. Esto es, el lector, si así lo
deseara, puede centrarse en sólo uno de ellos y, sin embargo, asimilar y
comprender sin dificultad todo lo que allí se comenta. Aunque, es evidente, que
si accede a la lectura de los dos bloques profundizará
mejor en el planteamiento que subyace a esta publicación. En el Bloque I –Propuestas
desde la práctica– se desarrollan toda una serie de
orientaciones y reflexiones concretas para mejorar el ambiente de un aula,
apoyándonos en las evidencias prácticas que recogimos de los profesores que nos
permitieron asistir a sus clases. De manera específica, nos centramos en cómo mejorar
las prácticas que se generan a la hora de interaccionar el profesor con sus alumnos,
de interaccionar los compañeros entre sí y de disponerse los alumnos a las
tareas ¿Por qué nos referimos a estos aspectos? Porque hemos ordenado todo el contenido
en función de la conceptualización que le hemos dado al concepto de ambiente.
Tal como el lector encontrará explicado con detalle más adelante, el ambiente
está configurado por tres elementos fundamentales: interacción
profesorado- alumnado, interacción entre
iguales y disponibilidad hacia las tareas.
En consecuencia,
cada uno de los capítulos de este Bloque I refiere uno de esos elementos. Por
el contrario, el Bloque II –Referentes teóricos–
es el que se encarga de profundizar en los aspectos teóricos en que se apoya
cada una de las orientaciones o análisis prácticos que describimos en el primer
Bloque. Desde las páginas de este apartado vamos mostrando qué debemos entender
por diversidad, qué
es la educación inclusiva o cómo
debe ser el ambiente en un aula que asume los principios de esta corriente
educativa. También creímos conveniente ofrecer una explicación –resumida– de
cómo transcurrió, desde el punto de vista científico, el estudio que nos permitió
elaborar esta publicaciones de clase.
Bajo este criterio
organizativo es como hemos estructurado esta obra. Sin embargo, nos gustaría
apuntar una última consideración al presente trabajo y al contenido que aquí se
refiere. La posibilidad de adentrarnos en el acontecer diario de unas aulas y
mostrar todo lo que allí sucedía ha sido lo que realmente ha permitido que, lo
que en principio solo fuera una idea, se haya materializado en un libro como
éste. Esto constituye un privilegio que no siempre es fácil de conseguir. Y este
logro se lo debemos agradecer, en primer lugar, a los tres directores que en aquel curso estaban al frente de los
Institutos de Educación Secundaria de la isla de Gran Canaria, Alonso
Quesada, Domingo Rivero y
Guía. El respaldo y apoyo que ellos nos proporcionaron
fueron claves para que, después, un grupo de catorce profesores con sus
correspondientes alumnos, accedieran a ser observados mientras se desarrollaban
sus clases. Todo lo que ellos eran en sí mismo y la forma espontánea y natural
con que se mostraron, se convirtió en un excelente regalo y una privilegiada
oportunidad de aprendizaje de la que ahora podemos beneficiarnos todos. Su
rápida predisposición a convertir su lugar de trabajo en escaparate externo los
convierte en los mejores profesionales. A todos ellos, muchas gracias.
Parecido agradecimiento
mantiene la autora de este libro con la aportación clave que protagonizó la
profesora Carmen García Pastor,
catedrática de la Universidad de Sevilla. Ella estaba dirigiendo el llamado Proyecto
Sevilla –estudio que incorpora similares objetivos que el nuestro–
cuando comenzamos a interesarnos en esta temática. El que nos permitiera
anexarnos a su línea de trabajo y dirigiera nuestras tareas generó –entre otras
muchas ventajas– que los planteamientos en que aquí nos apoyamos posean el
necesario carácter científico.
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