Manual para superar la adolescencia
Un libro para padres, profesores y adolescentes que aborda desde la perspectiva de los jóvenes los temas que más les preocupan: La relación con los padres, las drogas, ñas relaciones sexuales, la imagen, las redes sociales y la violencia de género.
Incluye algunas actividades diseñadas para trabajar en el aula
ÍNDICE
Presentación
Capítulo 1: Mis
padres: esos grandes desconocidos
1. Las reglas del juego.2. Dos idiomas distintos.
3. La falta de comunicación.
4. ¿Cuáles son los principales temas de conflicto?
5. Las palabras y las formas.
6. ¿Qué dicen unos de otros?
7. ¿Cómo mejorar nuestra relación?
8. Violencia familiar.
9. ¿Quiénes son esas personas a las que llamamos “padres”?
10. Reflexión personal.
Capítulo 2: El
mayor problema del mundo: la imagen
1. Y tú ¿qué miras?2. Feos y guapos.
3. Diferencia entre el físico y el aspecto exterior.
4. La moda: ¿en realidad somos tan libres?
5. La moda a lo largo de los siglos.
6. ¡Quiero ser otro!
7. ¿Hasta dónde somos capaces de llegar por un cuerpo 10?
8. ¿Qué es lo verdaderamente importante?
Capítulo 3: Sexo:
hacer por hacer
1. Hacer por hacer. 2. El tamaño sí importa.
3. El embarazo no deseado
4. Sexo o amor.
5. ¿Cuándo debe ser la primera vez?
6. La homosexualidad: el gran tabú.
7. Las enfermedades de transmisión sexual.
Capítulo 4: Las
drogas: yo controlo
1. ¿Quién dijo que tengo problemas con las drogas?2. Yo controlo.
3. ¿Por qué tomamos drogas?
4. Drogas y famosos.
5. Drogas y responsabilidad.
6. Las consecuencias de tomar drogas.
7. Tú puedes vencer a las drogas.
8. Una reflexión personal.
Capítulo 5: Las
redes sociales: Yo quiero tener un millón de amigos
1. ¿Qué son las redes sociales?2. Chateo, luego existo.
3. Quiero tener un millón de amigos.
4. Identidad personal, imagen social e imagen virtual.
5. Privacidad.
6. ¿Por qué debemos mantener nuestra privacidad?
7. No te enredes en las redes sociales.
8. Cómo protegernos de los peligros de la red.
9. Una reflexión personal.
Capítulo 6: Las
relaciones interpersonales: yo amo, tú posees
1. ¿Qué son las relaciones interpersonales?2. Las relaciones interpersonales profundas
3. Príncipes y princesas.
4. ¿Por qué es tan difícil la convivencia con la pareja?
5. Macho man.
6. El verbo amar y el verbo poseer.
7. La violencia en las parejas.
8. El respeto.
9. Una reflexión personal.
Decálogo de un adolescente
Presentación
¿Qué es la
adolescencia? De forma general, se puede decir que la adolescencia es la
transición del cuerpo y de la mente del estado de “niño” al estado de “adulto”.
Visto así, no parece algo tan complejo. Sin embargo, si tenemos en cuenta los
profundos cambios que nos suceden en estas edades, tanto a nivel físico como a
nivel mental, nos damos cuenta de que sí lo es.
La adolescencia es una de las etapas de
la vida más bonitas, pero también una de las más difíciles. Venimos de la niñez
y caminamos hacia el estado de adulto, pero entre uno y otro hay un camino muy
largo. Hemos dejado de ser niños, es cierto, pero aún no somos adultos
completamente.
Durante nuestra
adolescencia se producen cambios hormonales, corporales y psicológicos muy
grandes. Todos estos cambios hacen que vivamos en un constante desequilibrio,
en unos constantes cambios de humor, en una constante incertidumbre.
Esta es una etapa donde nos salen
granos, nos cambia la voz, nos huelen los pies, nos salen pechos, caderas y
nuestro cuerpo cambia de un día para otro como si estuviésemos poseídos por
algún espíritu maligno. Esto hace que nuestra imagen corporal no sea a veces
todo lo positiva que desearíamos. Además, también es una época en la que
nuestros amigos comienzan a tener una gran importancia para nosotros, donde
comienzan o se desarrollan nuestros deseos sexuales, donde la libertad y la
independencia son palabras que se encuentran en los primeros puestos de
nuestras prioridades y que chocan con las ideas de nuestros padres.
Sin
embargo, si tenemos en cuenta que en los países occidentales uno puede llegar a
vivir unos 80 o 90 años, debemos ser conscientes de que la adolescencia no es
más que una parte de la
vida que vamos a vivir.
Ya hemos pasado la infancia y –queramos o no– pasaremos por la
adolescencia, por la madurez y llegaremos a la vejez. Pero, al igual que lo que
hemos vivido en nuestra infancia nos marca en nuestra adolescencia, lo que
vayamos a vivir en la adolescencia nos marcará en nuestra vida como adultos.
Por eso es importante que sepamos cuáles son los principales conflictos en esta
etapa y cómo afrontarlos.
capítulo
1
Mis
padres: esos grandes desconocidos
1.
Las reglas del juego
Uno de los principales conflictos que
tenemos en la adolescencia es la relación con nuestros padres. Sin embargo, no
hay por qué asustarse. Hasta ahora, todo era muy fácil: nosotros éramos
pequeños y nuestros padres nos cuidaban, nos vestían, nos daban de comer, nos
marcaban un horario e incluso –en algunos casos– seleccionaban nuestras propias
amistades. Pero cuando uno llega a la adolescencia, eso se acabó.
Ahora nuestros gustos y nuestras ideas
se han definido –o están comenzando a definirse–, y por ello queremos vestir de
una determinada manera, elegir nuestras comidas, horarios y, por supuesto, a
nuestras amistades, aunque algunas de ellas les horroricen a nuestros padres.
Las reglas del juego han cambiado y ahora nuestros padres tienen que adaptarse
a algo a lo que hasta ahora no estaban acostumbrados. Comienza así un nuevo
partido con unas nuevas reglas y ahí es donde surgen los primeros conflictos.
2. Dos idiomas
distintos
Durante la adolescencia, los hijos
solemos distanciarnos emocionalmente de nuestros padres. Es algo que se produce
de una manera natural, pero no por ello es irreversible. Se trata de un
distanciamiento temporal producido por muchas y diversas razones. De entre
todas ellas, quizá una de las más importantes es que, en la adolescencia,
comienzan a tener más importancia las relaciones con nuestros amigos. Y, por
eso, la relación con nuestros padres pasa a un segundo plano. Poco a poco
nuestros padres van dejando de “influirnos” y comienzan a influirnos más
nuestros amigos.
Ese distanciamiento que se produce
entre nosotros y nuestro padres hace, además, que tengamos la sensación de que
no nos entienden. Y, en parte, es cierto; a fin de cuentas, todo esto tiene una
explicación: no nos entienden porque, en
realidad, nosotros estamos dejando de ser los niños que éramos para
convertirnos en los adultos que todavía no somos.
Es decir, estamos metidos en una etapa de grandes cambios, en la que muchas
veces ni siquiera nosotros mismos nos comprendemos, porque nuestras ideas,
gustos y sentimientos están revolucionados y cambian con mucha frecuencia.
Pero, aún así, no somos los únicos que
creemos que no nos entienden, porque nuestros padres también piensan que
nosotros tampoco les entendemos a ellos. Y es que, durante esta etapa, los
hijos y los padres hablamos “idiomas” distintos y eso hace que se
produzca una comunicación entrecortada.
3. La falta de
comunicación
Aunque
muchas veces lo intentan, nuestros padres no nos comprenden. O nos comprenden a
medias. O, a veces, no se ponen en nuestro lugar. Para unas cosas nos tratan
como a niños y, para otras, como adultos. Así, el diálogo entre nosotros y
nuestros padres se va perdiendo poco a poco. Como consecuencia de esa falta de
comunicación, tienen la sensación de que están dejando de conocernos. O, por
decirlo de otro modo, de que nos están “perdiendo”. Y ese miedo a perdernos
como hijos es lo que hace que se pongan más pesados que de costumbre. Por eso
nos avasallan con preguntas, están más encima de nosotros, nos vigilan a todas
horas, no nos dejan ni a sol ni a sombra. Y, a pesar de que lo hacen con buena
intención –intentando comunicarse con nosotros–, lo hacen justamente en un
periodo en el que nosotros necesitamos más espacio y más independencia. Por
este motivo, apenas respondemos a sus demandas, produciéndose lo que se llama
un “círculo vicioso”. Es decir, nuestros padres nos agobian porque no saben
nada de nosotros, y nosotros –por culpa de su presión– nos alejamos aún más.
Cuanto más nos alejamos, más se aproximan ellos y más nos agobian. Y así hasta
el infinito y más allá.
Este
distanciamiento, como ya he dicho antes, no es irreversible. Incluso, aunque
suele ser frecuente, en muchos casos ni siquiera existe un distanciamiento
entre padres e hijos durante la adolescencia. Mira los siguientes datos sacados
de un trabajo de investigación sobre las relaciones entre padres e hijos.
4. ¿Cuáles son los
principales temas de conflicto?
Lo normal es que las relaciones con nuestros
padres, aunque distantes, sean armoniosas. Sin embargo, como en cualquier
relación, siempre existen conflictos. ¿Por qué se producen esos conflictos?
Pues, principalmente, por dos razones, una por cada uno de los lados:
Por la necesidad de los padres de
tener cierto control sobre la vida de sus hijos, mucho más cuando son adolescentes.
Por la necesidad de libertad e
independencia que tienen los hijos, que choca frontalmente con la actitud
controladora de los padres.
Según un
estudio reciente, las principales discusiones entre padres e hijos españoles
giran en torno a los siguientes temas:
Elección de amigos. Elección de pareja.
Pasar la noche fuera de casa.
Hora de volver a casa.
Elección de ropa y peinado: forma de vestir.
Colaboración en tareas de casa.
Cuidado de las cosas personales y de la propia habitación.
Uso del teléfono.
Los estudios: calificaciones.
Relaciones familiares: respeto a los padres, riñas con los hermanos, relaciones con los abuelos.
Consumo de tabaco, alcohol o drogas.
La conducta sexual.
Como puedes ver, son temas en los que
nuestra visión y la de nuestros padres suele “chocar” muy a menudo. Nuestra
ropa no les gusta; algunos de nuestros amigos, tampoco; la música que
escuchamos, aún menos. Sin embargo, todos estos aspectos representan en sí
conflictos menores y relativamente fáciles de solucionar, siempre que ambas
partes deseen llegar a un acuerdo mediante la comunicación.
5. Las palabras y las
formas
Cuando hay una relación del tipo que
sea entre dos personas, una cosa es la intención que nosotros tenemos al decir o hacer
algo y, otra, la percepción de la persona hacia la que van
dirigidas nuestras palabras o actos. Puede que a veces –por algún gesto o tono– hayamos molestado a algún amigo con algún
comentario que nosotros hicimos sin ninguna intención de hacerle daño. Y es que
las palabras son importantes, pero la forma de decirlas también lo son.
Por eso, una cosa es lo que nuestros
padres nos dicen y el modo en que nos lo dicen y otra cosa es el modo en que
nosotros nos tomamos sus palabras. Una cosa es lo que decimos nosotros y el
modo en que lo decimos, y otra cosa es cómo se lo pueden tomar nuestros padres.
Muchas
veces, los problemas de comunicación no están tanto en las cosas que se dicen
como en el modo en que se dicen. En muchas ocasiones nos encontramos con
personas que tienen mucha razón diciendo algo, pero su forma de expresarlo hace
que todo lo que están diciendo quede invalidado. Por ello debemos cuidar siempre el modo en
que nosotros y nuestros padres mantenemos una comunicación, ya que perder los papeles puede hacer
que todo aquello que decimos pierda validez por nuestro modo de decirlo, aunque
tengamos toda la razón.
6. ¿Qué dicen unos de
otros?
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