Ideas creActivas para educar
Ediciones Aljibe
Autores: Enrique Sánchez Rivas
Medidas: 14 X 21,5 cms
Nº páginas: 136
Encuadernación: rústica con solapa
PVP: 14,00 € Con IVA
ISBN: 978-84-9700-791-7
Enrique Sánchez Rivas
Ha dedicado los diez
últimos años a educar a chicos y chicas de quinto y sexto de Primaria en un
colegio público. La experiencia acumulada en esta etapa es la base de su
producción literaria y científica. Con Ideas creActivas para educar
(2014) emprende la divulgación pedagógica de lo aprendido como maestro.
Doctor en Pedagogía por
la Universidad de Málaga. Forma parte del grupo de investigación
"Innoeduca". Su acción como educador ha buscado permanentemente
conjugar el resultado de las últimas investigaciones pedagógicas con la
realidad de su aula de Primaria. Esta labor se refleja también en sus libros
anteriores: El club de la W (2013) y ¡Hoy jugamos en clase!
(2011).
www.enriquesanchezrivas.es
Introducción.
La primera clase
1. Los
alumnos
1.
Una personalidad por construir
2.
Cuestionando la inteligencia
3.
Cuando la curiosidad mata al gato
4.
¡Me estás estresando!
5.
Castigado a pensar
6.
Dinámicas del grupo
7.
Sabemos la respuesta, ¿o no?
7.1.
Educar contemplando la perspectiva lateral
7.2. La habilidad
de pensar de lado
8.
Una broma de ida y vuelta
9.
Cerebros diferentes
10.
El pequeño dictador
10.1.
Detonante
10.2. Tendencias
10.3. Ideas
10.4. Sentimientos
2. La
escuela
1.
Reiniciando la escuela
1.1. Antes de la
intervención
1.2. En el momento
de la intervención
2.
Profes que buscan ideas
2.1. Las buenas
ideas surgen poco a poco
2.2.
Las buenas ideas requieren un conocimiento profundo del contexto
Las buenas ideas requieren un conocimiento profundo del contexto
2.3.
Toda idea se vuelve mejor si se analiza desde distintas perspectivas
Toda idea se vuelve mejor si se analiza desde distintas perspectivas
3.
En busca del deseo de aprender
4.
Interdependencia
5.
Maestros de pacotilla
6.
Cantando bajo la lluvia
7.
La transición pendiente
8. El lado bueno de
las cosas
8.1. Respuesta tipo
uno: «¡Noo! Dislexia»
8.2. Respuesta tipo
dos: «Dislexia, qué alivio»
9.
La reforma que vendrá
10.
La escuela a examen
3. Aprender
y enseñar
1.
El poder de la motivación
2.
Aprender del problema
2.1.
Primer planteamiento. Ensayo - Error
2.2. Segundo planteamiento. Ayuda pedagógica
3.
Educando las emociones
4.
El método más antiguo
5.
Sócrates en clase
6.
Didáctica de las decisiones
7.
La pedagogía de los perros
8.
Aprender con sentido
9.
Aprender de memoria
10.
Las temidas notas
4. Repaso
1.
Ideas del capítulo 1. Los alumnos
2.
Ideas del capítulo 2. La escuela
3.
Ideas del capítulo 3. Aprender y enseñar
5. El
examen final
Referencias
para aprender más
La primera clase
Siempre
llevo conmigo una libreta. La uso para apuntar todo lo que no quiero olvidar en
relación con mi trabajo en el colegio. También escribo referencias a lecturas,
autores, experiencias de otros profes... Mis alumnos dicen que son mis
«chuletas», yo prefiero pensar en ella como en una libreta de ideas; porque a
veces, ojeando las páginas manuscritas, se enciende la bombilla que me hace ver
un nuevo proyecto para clase o una respuesta educativa para una situación que
no sabía resolver. Cuando los padres compran el material escolar, a principios
de septiembre, yo compro mi libreta. Cada año relleno todas las páginas
(siempre me faltan). En este libro he recogido las ideas más útiles para
compartirlas contigo. Espero que te ayuden a superar un examen para el que no
nos han preparado: educar.
Te dispones a adentrarte en un
relato de vivencias, de educación práctica, de lo que sucede en clase, de
maestros, alumnos y padres... A diferencia de otros textos que abordan
cuestiones educativas, este pretende resultar ameno, fácil de leer. Porque eso
es lo que mejor hacemos en la escuela: explicar conceptos complejos de forma
que se conviertan en sencillos.
Escribir un libro trabajando en
el aula es todo un reto. El profesor Frank McCourt, después de una vida
dedicada a la docencia, escribió varias obras muy exitosas. Muchas personas le
preguntaron por qué había tardado tanto en empezar a escribir. Su respuesta
refleja una realidad a veces oculta: «Porque estaba enseñando, por eso tardé tanto.
Cuando impartes cinco clases de instituto al día, cinco días por semana, no
vuelves a casa con la idea de despejarte la cabeza y crear prosa inmortal».
Trabajar como maestro implica
dedicación y reporta muchas satisfacciones, pero también un gran desgaste
psicológico. No en vano, la docencia triplica el riesgo de padecer estrés o
depresión. Así que si he asumido un compromiso con este libro es porque tengo
una buena razón, que voy a compartir contigo a través de esta historia:
Lo que te voy contar
sucedió no hace mucho, en una comarca agrícola situada a lo largo de la rivera
de un caudaloso río. Coincidiendo con la recogida del maíz, tenía lugar un
concurso que premiaba al pueblo que presentaba el mejor grano de la temporada
de cosecha.
Durante diez años,
el concurso lo ganó el mismo agricultor. Esto provocó cierto recelo entre el
resto de participantes, que empezaron a extender el rumor de que el maíz
ganador no era propio de la comarca, sino traído de tierras lejanas. Tanta
fuerza alcanzó el bulo, que el jurado del concurso interrogó al agricultor en
cuestión. Ante la estupefacción de los presentes, el campesino dijo que estaba
dispuesto a compartir la estrategia que usaba cada año para ganar:
—Mi único secreto es
que pongo mucho cuidado en mi trabajo y no descuido el campo ni un solo día.
Aunque creo que eso lo hacemos todos. Lo que convierte a mi maíz en especial es
que comparto la mejor semilla con todos los vecinos del pueblo, en vez de
competir con ellos como el resto de participantes.
El presidente del
jurado, intrigado, dedujo que ciertamente había un secreto, pero todavía no
acertaba descifrarlo. Así que formuló la pregunta que muchos se hacían:
—¿Por qué comparte
su mejor semilla con los demás?
—Verá usted, señor,
-dijo el agricultor- el viento lleva el polen del maíz maduro de un sembrado a
otro. Si mis vecinos cultivaran un maíz de baja calidad, la polinización
cruzada degradaría constantemente la calidad de mis mazorcas. Si quiero obtener
un buen maíz, debo ayudar a que mi vecino también lo haga.
El sociólogo James Fowler ha demostrado que entre dos
personas cualesquiera de las casi siete mil millones que habitan el planeta,
solo hay seis individuos de separación, y que la transmisión de aspectos
positivos y negativos a través de nuestras relaciones sociales llega hasta tres
de esos grados de separación. Es decir, si mejoras tu forma de afrontar los
problemas educativos no solo se beneficiará tu hijo o alumno, sino que también
lograrás
que otras personas cercanas mejoren en esta faceta.
Este libro muestra cómo afrontan los docentes esos problemas. A través de
distintos relatos, vas a conocer mejor la escuela de hoy: cuáles son sus
debilidades y sus fortalezas.
Los que queremos una educación mejor tenemos que
actuar. Como en el cuento, pretendo ayudar a que otros mejoren sus cosechas y,
de paso, mostrar cómo se trabaja en los campos de maíz en los que se siembra el
futuro de nuestra sociedad: las escuelas. Esta es mi causa, ¿te unes? Si es
así, acepta la invitación para volver a clase a través de las páginas de este
libro.
idea creactiva 1
Conciencia
a tu hijo/alumno (puede servirte el cuento) sobre su responsabilidad en la
elección del tipo de persona que es y será. Recuerda que los educadores y, en
menor medida, la herencia genética pueden orientar el proceso de formación de
la personalidad, pero es cada individuo el que finalmente realiza su elección.
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