jueves, 18 de noviembre de 2010

Miguel F. Villegas: “Sin participación en la escuela no hay educación”

Miguel F. Villegas publicó el pasado 16 de noviembre en El Correo de Andalucía un artículo que bajo el título “Sin participación en la escuela no hay educación”. Villegas en este artículo escribe que “en una sociedad desmotivada y escasamente comprometida con los valores democráticos, no se ha decidido aún a establecer en sus centros una democracia real y participativa, y, sin participación democrática no hay educación posible”.  Esta frase, forma el eje argumental de su última novela, ‘Como agua entre los dedos’, que se centra una la regeneración democrática en nuestro país, al tiempo que los poderes públicos acuerdan unas leyes definitivas en las que asentar la educación, es preciso comenzar por la escuela como ferviente semillero de democracia. 

 

“Los jóvenes de hoy no tienen respeto por nada ni por nadie, no saben lo que es el esfuerzo y sólo piensan en divertirse”. Es una queja frecuente en boca de la población, sin saber, probablemente, que distorsiona burdamente la realidad. Porque se aplica a todos los jóvenes lo que hace una ínfima parte, es decir, menos del 1%. Pero, precisamente, son las hazañas de esa parte las que airean ciertos medios, causando la consiguiente alarma social. El 99% restante, como no llama la atención, no consta.
 
Se suele hablar del fracaso escolar, pero poco del fracaso de una sociedad desmotivada y escasamente comprometida con los valores democráticos, actitudes que hunden sus raíces en la escuela, que, a mi entender, no se ha decidido aún a establecer en sus centros una democracia real y participativa, y, sin participación democrática no hay educación posible. Esta frase, que forma el eje argumental de mi reciente libro, ‘Como agua entre los dedos’, no será del agrado de muchos. Pues bien, a ellos les pido que reflexionen serenamente sobre las razones que les expongo.

Si deseamos una regeneración democrática en nuestro país, al tiempo que los poderes públicos acuerdan unas leyes definitivas en las que asentar la educación, es preciso comenzar por la escuela como ferviente semillero de democracia. Frecuentemente, en los centros de enseñanza se pretende meter en cintura al alumnado mediante castigos y partes de faltas, se expulsa a los camorristas, se establecen medidas sólidas y todo queda bajo control. Pero hay un problema: es un orden impuesto, los alumnos no aprenden a resolver los conflictos ni a convivir, y un día serán padres, trabajadores, políticos o empresarios más o menos eficaces, pero no ciudadanos con hábitos democráticos. Los estudiantes deben experimentar en sus años de escuela cómo se asumen los conflictos, se analizan y se resuelven responsablemente, no con normas disciplinarias impuestas, sino con soluciones asumidas, valoradas, criticadas.

Por lo que veo y oigo, y por lo que ha legislado alguna comunidad autónoma, está sobreviniendo en el ámbito de la educación una especie de moda retro, que pone el acento principalmente en la autoridad del profesor, autoridad pública, que no es cualquier cosa. Los alumnos deben llamarlo de usted, levantarse cuando entra en clase, vestir de uniforme, sólo les falta concluir que deben atender, oír y callar.

Llevo a mis espaldas una larga experiencia de docente, y he sufrido en mis carnes de niño eso que hoy ha venido en llamarse autoridad del profesor. La autoridad se gana, no se impone. Desde luego, al alumnado se le hace saber, desde el primer curso de Primaria, que el profesor o la profesora dirigen la clase y se les debe respeto y obediencia, pero al mismo tiempo, tiene derecho a ser informado, a levantar su dedo y opinar, debatir y votar. Sí, votar asuntos que les conciernen, desde cómo decorar la clase, hasta intervenir en las normas de disciplina, en las fiestas que se organizan, o si en clase se aburre soberanamente… Haría falta un Defensor del Alumno que recogiera las justas quejas de sus compañeros. Desde que comienza el curso se les debe consultar sobre la organización y el funcionamiento del centro, evidentemente, dentro de su ámbito, no se les va a preguntar si quieren clases o vacaciones. También, dentro de sus competencias, deben participar los padres y madres. ¿Cómo no van a participar en los años claves de la formación de sus hijos?

Si el alumnado participa en la organización de su centro, lo aceptará como algo suyo y empezará a desactivarse una de las causas de la violencia escolar. Esta participación es una necesidad, un medio imprescindible para el buen funcionamiento de un centro. Aplicar, sin más, el binomio indisciplina–castigo, es inútil, porque lo definitivo es la educación ciudadana, que hace crecer en el interior de las personas el respeto a las normas. Existen leyes que castigan a los asesinos de mujeres, pero continúa la macabra cadena de crímenes, porque no ha calado a fondo la cultura de la igualdad.

Una educación impartida con participación democrática del alumnado, transparencia e información, propiciará que, en un futuro, los ayuntamientos, las comunidades autónomas, asociaciones de cualquier índole, den cuenta al vecindario de cada céntimo del erario público gastado, abriéndose paso la honradez y la honestidad frente a la corrupción. Ya porque lo exijan los vecinos, ya porque los mandatarios, que también han vivido esa práctica en la escuela, lo ejerzan como lo más natural.

Noticia extraída de "EL CORREO DE ANDALUCÍA"

11 comentarios:

  1. La democracia es un ideal; un ideal de cómo debe ser la vida en sociedad. Un ideal, no tanto en el sentido de que sea irrealizable, sino porque es un conjunto de valores relacionados con el modo de convivir entre los hombres.
    Constituye nuestro supremo ideal de sociedad.
    La esencia de la democracia es la igualdad y la participación. Sobre la base de este aserto, podría definirse la democracia como el conjunto de condiciones y relaciones sociales que hacen posible la igualdad y la participación. De allí la necesidad, para una educación democrática, de ser una preparación para el ejercito real de ella.
    La enseñanza de la democracia debe proporcionar, a los ciudadanos, bases sólidas de conocimiento, ayudándoles a mantener intacto su libre albedrío y a preservar la autenticidad de sus elecciones.

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  2. La sociedades se inician cuando las personas deciden aprenden a morar y participar de actividades, proyectos y valores comunes. Se consolida así el patrimonio, el cual origina pertenencia y solidaridad.

    La educación independiente de formas, niveles, cultura y circunstancias, trata de desarrollar socialmente al individuo, comportándose como vehículo de cultura, valores y espacios de socialización.

    Formas de socialización como la familia y escuela están amenazadas por el caos y ruptura del nexo social. Los sistemas educativos experimentan tensiones, cuando tratan de hacer respetar lo diverso de los individuos, manteniendo el respeto a vivencias comunes. La educación que de un lado es acusada de causar exclusiones múltiples, de otro, es requerida para restablecer similitudes esenciales para una vida colectiva.

    La educación debe hacer que aquello que es diverso sea un factor que nos cohesione, a la par que sirva para el desarrollo de una sociedad consciente y activa.

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  3. La educación actual es un completo fracaso. Cuando uno sale a la calle ve al hombre pobre y al rico, y cuando mira a su alrededor ve a todas las personas que se dicen educadas riñendo, peleando, matándose unas a otras en guerras que ocurren en todo el mundo. Hoy existe el conocimiento científico suficiente para que podamos proveer de alimento, ropa y albergue a todos los seres humanos; sin embargo, no es eso lo que se hace. Los políticos y otros líderes son en todo el mundo personas educadas, tienen títulos, grados, togas y bonetes, son doctores y científicos; sin embargo, no han creado un mundo en el cual el ser humano pueda vivir dichosamente. Por lo tanto, la educación moderna ha fracasado. Y si uno está satisfecho con ser educado del mismo viejo modo, hará de la vida otra tremenda confusión.

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  4. Esto es debido a que la educación siempre ha sido un tema complejo, pues trata de conciliar los intereses particulares de los sujetos con las restricciones que impone el mundo social. Hasta hace pocas décadas había cierta unanimidad entre los valores sociales, los familiares y los valores que se transmitían desde la institución educativa por excelencia, esto es, la escuela.

    Los fenómenos de la globalización han hecho que los cambios sociales en estos últimos tiempos sean vertiginosos: las configuraciones familiares cambian, emergen otras formas de vida, otros intereses, diferentes culturas conviven por fenómenos como la inmigración... Todo ello desemboca en que los niños y jóvenes contemporáneos no formen un grupo homogéneo.

    La única institución legitimada para desplegar los valores educativos es la escuela. Sin embargo, actualmente ésta está sobrecargada de funciones, la profesión docente está desdibujada en múltiples tareas y generalmente los valores que se pretenden impartir chocan frontalmente con los que implícitamente propone la sociedad.

    Se hace necesario, y de manera urgente, una reformulación de los valores educativos, así como corresponsabilizar de la educación de las jóvenes generaciones a otras instituciones educativas debidamente legitimadas desde los diversos estamentos oficiales. Es ante todo esto donde se manifiesta la necesidad de obras como "Como agua entre los dedos", una obra que en clave de ficción da las pautas para llegar a una educación donde de enseñe a aprender, donde se de al alumnado la oportunidad de ser críticos con la sociedad.

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  5. Al hilo de que hay un post que menciona a Punset y que hablamos de Edicación democratica, yo lo que pienso de esto está muy bien explicado (como no podía ser de otra forma), por este presentador de programas instructivos "La Educación Democrática se basa en el respeto a los niños y a los jóvenes. La Educación Democrática ocurre cuando se honra y se reconoce a los niños como individuos que participan activamente en su camino por la educación. La Educación Democrática es una educación basada en el sentido, la relevancia, la alegría, la comunidad, el amor, y los derechos humanos".

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  6. ¿Qué es lo que echamos en falta o lo que echan en falta los niños al ir a la escuela?
    Saber lo que les pasa por dentro. Comprender cómo la inseguridad y el miedo influyen en su comportamiento. Desarrollar un vocabulario emocional sólido con el que puedan comunicarse con el resto.
    Identificar los sentimientos de los demás para aprender a ponerse en su lugar. El desarrollo de la empatía permite construir una sociedad cohesiva.
    Aprender a gestionar las emociones básicas y universales. Son intangibles, pero son el único activo con el que se viene al mundo.
    Diseñar, ejecutar y evaluar soluciones responsables a los problemas, y no adoptar posicionamientos dogmáticos, que no se han podido o querido comprobar.
    Resolver conflictos para mantener relaciones sosegadas con los demás. Rechazar aquellas decisiones que impliquen violencia o agresión.

    ¿A qué estamos esperando, pues, para impartir aquellos rudimentos científicos que ilustren sobre la naturaleza y la gestión de las emociones básicas y universales, en lugar de los valores, ya sean de derechas o de izquierdas? Antes de atisbar la vida eterna o los valores de la democracia –todo llegará–, la infancia necesita calibrar el impacto insospechado del desprecio, controlar la ira o comprender los mecanismos para ponerse en el lugar del otro.

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  7. Sea dicho con todo respeto, la persona anónima que escribió esto, ve mucho la televisión y conoce poco la historia: “La educación actual es un completo fracaso. Cuando uno sale a la calle ve al hombre pobre y al rico, y cuando mira a su alrededor ve a todas las personas que se dicen educadas riñendo, peleando, matándose unas a otras en guerras que ocurren en todo el mundo”.
    Ve mucho la televisión, porque en ese medio de desinformación y “metemiedo” sólo aparecen, casi exclusivamente, los hechos violentos, tanto de la escuela como de fuera de la escuela, los millones de personas que viven y trabajan en paz no existen, no salen en los medios. Ese 1 por ciento de alumnos conflictivos y violentos oculta la realidad de una población escolar que se comporta con normalidad.
    Y no conoce la historia, porque está constituida por una cadena de violencias terribles: exterminios de pueblos enteros, catástrofes y epidemias que diezmaban la población, ancianos sin seguros muertos en el tajo, disminuidos fiscos y psíquicos abandonados o despreciados, maltrato y discriminación de la mujer... Estoy hablando de la civilizada Europa. Hechos que no tienen nada que ver con la actualidad.
    Evidentemente, la educación, hoy, deja mucho que desear pero no por esas consecuencias que se señalan.
    Miguel F. Villegas

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  8. Al hilo de lo que dice Anónimo y continua don Miguel Villegas, mi opiniónn es que en las últimas décadas, la escuela ha sostenido una relación nada sencilla con los medios de comunicación. Entre el amor y el espanto, este vínculo se ha movido más cerca de la desconfianza, la acusación y la condena, que de la aceptación y el reconocimiento. Los medios de comunicación, sin embargo, desempeñan un papel central en la vida de los chicos y de los jóvenes.

    Los medios de comunicación, y más recientemente las Nuevas Tecnologías, han modificado la manera de construir el saber, el modo de aprender, la forma de conocer.

    La relación de los chicos con los medios de comunicación ha sido escasamente explorada en todo el mundo. Menor aún ha sido la preocupación por conocer el vínculo y la apropiación que hacen los chicos de sectores populares de los medios.

    Los niños de sectores populares no sólo aprenden contenidos y acceden a información. A partir de un programa televisivo incorporan también prácticas sociales que asumen como comportamientos cotidianos en su vida dentro y fuera de la escuela.

    La televisión, ciertamente, enseña a los niños acerca de saberes y prácticas habituales esenciales.

    Es aqui cuando quiero lanzar un par de preguntas ¿cuál es, entonces, la relación que esperamos exista entre la escuela y los medios de comunicación? ¿Qué actitud nos interesa que promueva la escuela en relación con los medios?

    Quisiera darle la enhorabuena a don Miguel por la obra, a partir que encontré este blog y descubrí su libro, lo adquirí y me lo he bebido practicamente. Yo por lo pronto me he convertido en un seguidor suyo, espero que siga publicando obras de esa calidad tanto literaria como educativa, eso es lo que necesita el país.

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  9. Me lo he leido en dos días.
    Es un libro fascinante.

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  10. Agradezco las muestras de reconocimiento hacia mi libro, "Como agua entre los dedos". Lo que plantea la obra es ciertamente un ideal, pero se puede tender hacia ese ideal de participación democrática, empezando por el alumnado del primer año de Primaria, al que se le consulta, con el que se forman pequeñas asambleas, se vota... Creo que sería la mejor manera de mirar con esperanza el futuro, en el que un frente ciudadano lúcido, democráticamente formado, no engañado ni manipulado, sabe reaccionar frente al modelo de sociedad que le quieren imponer. Esta ciudadanía se rebelaría contra aquellos que, habiendo ocasionado esta crisis, quieren que el pueblo la pague, elegiría un mundo más justo, más diverso y plural, con calidad de vida, humanizando el acontecimiento de la globalización.

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  11. La participación social en educación es un derecho para intervenir en las decisiones que competen a la organización de la vida escolar, darles seguimiento y vigilar el funcionamiento de los servicios, como una vía para lograr una mayor relevancia, pertinencia y calidad de la educación que se imparte en los planteles educativos.

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